Nos levantamos temprano, desayunamos y emprendemos viaje hacia Samarcanda.
A media mañana estamos en la mítica Samarcanda, auténtico corazón de la Ruta de la Seda y en su tránsito en coche ya observamos alguna de sus maravillas.
Encontramos rápidamente hotel, dejamos las mochilas en las habitaciones, los coches en el parking y nos disponemos a visitar la ciudad a pie.
Plaza del Registán
Visitamos dos mausoleos antes de maravillarnos con el impresionante y bellísimo “
Registán”. Está formado por un conjunto con forma de “U“, de tres medersas, actualmente inactivas, aunque en su tiempo aquí acudían los estudiantes de Uzbekistan para formarse en las diferentes artes: matemáticas, física, química , gramática, estudio del corán…
Estos estudios duraban cuatro años, después de los cuales estos estudiantes, podían convertirse en los imanes de las mezquitas de Uzbekistan y de los países de origen musulmán.
Después de comer fuimos a visitar una mezquita y un guía nos contó la siguiente historia:
Mezquita de Samarkanda
Cuenta la leyenda que la mezquita en la que nos encontrábamos era un regalo de la reina de Samarkanda a su marido el rey, Tamerlano. Los lugareños llaman a la mezquita, “
la mezquita del beso fatal” porque cuando su esposo y rey estaba en las guerras de India para ampliar su reino, la reina decidió obsequiarle como regalo de bienvenida y muestra de su amor la mayor mezquita jamás construida.
Para la construcción de la más maravillosa mezquita jamás vista, hizo venir a Samarkanda (la capital del reino en ese momento (siglo XIV)) a los mejores arquitectos e ingenieros del reino.Eso, hizo que acudieran miles de ellos desde los más diversos rincones de Irán, Irak, parte de India, Pakistán, y todos los actuales países del entorno de Samarkanda.
De todos ellos se nombró al arquitecto más cualificado e inteligente de Irán como arquitecto jefe, el cual al ver a la reina quedó prendado de ésta. Tal como se les ordenó por parte de la reina, las obras de la mejor mezquita comenzaron a buen ritmo, tal como quería la reina de Samarkanda. Su deseo y regalo para su marido el rey, fue tomando forma de tal manera que cuando volviera de sus guerras, tendría el mejor regalo jamás soñado.
Pero poco antes del final de la construcción, las obras se pararon sin ningún motivo aparente. La reina totalmente desconcertada llamó a todos los ingenieros y arquitectos encargados de la obra para preguntar cuál era la causa de dicha parada, ya que la reina les daba todo lo que necesitaban, así como todos sus caprichos. Todos ellos le dijeron a la reina que eran órdenes del arquitecto jefe. Ella, muy, muy enojada fue a preguntarle cual era el motivo de dicho paro, ya que el tiempo de vuelta del rey se acercaba. Él le dijo, que el único motivo de la parada era que quería un beso de la reina. Le contestó con verdadera incredulidad e ira, que si estaba loco, ya que la reina no podía ni imaginar que la besara alguien que no fuese su rey del que estaba enamorada, pero eran tantas las ganas de poder agasajar a su rey con semejante mezquita que quería verla terminada a toda costa. Le dijo que podía echarlo y poner a otro arquitecto jefe, pero el arquitecto jefe sabía que sólo él podría acabar la mezquita en el tiempo establecido.
Mausoleo Guri Amir
por la noche
El arquitecto le propuso una prueba a la reina y si ella acertaba, renunciaría a dicho beso: si adivinas entre dos copas, una con agua y otra con vino blanco, cual era la de agua acabaría la mezquita. La reina le respondió con otra prueba, le puso cientos de huevos de diferentes especies de aves, y le preguntó cual de ellos tenía una yema de un color diferente sin romper ninguno de ellos. El arquitecto le respondió que todos los huevos exteriormente son diferentes, pero que por dentro son iguales. Al final la reina, en su afán por tener la mayor mezquita para su marido a su vuelta, aceptó recibir un simple beso en su mejilla por parte del arquitecto jefe, pero sólo cuando acabara la mezquita.
El arquitecto sin dudarlo se puso manos a la obra, y sin descanso día tras día consiguió acabar la mezquita un día antes de la vuelta del rey.
Por fin, el arquitecto jefe obtuvo su mayor deseo, besar a la reina. Era tal su deseo que cuando acercó sus labios a la cara de la reina ésta notó tal calor, que le dejó señal en su mejilla a modo de quemadura.
Al día siguiente cuando el rey fue obsequiado con semejante monumento quiso agradecérselo a su amada esposa. Cuando la hizo venir para celebrarlo observó que tenía una marca en la mejilla. El rey enojado le preguntó que había hecho durante su ausencia… ¿había tenido amantes? ¿Había algún otro hombre? La reina no tuvo otra salida que contarle la verdad, le dijo que debió dejarse besar por el arquitecto jefe para poder tener acabado su mezquita. El rey lleno de ira no sabía que solución tomar, ¿Qué creéis que hizo?...
La solución que tomó fue buscar al arquitecto jefe para ajusticiarlo, pero como éste era muy listo, se fue huyendo del lugar en previsión de los acontecimientos (el guía nos contó que desplegó unas alas y se fue volando desde el minarete de la mezquita).
En vista de que no pudo ajusticiar al arquitecto jefe, decidió buscar una solución para que nunca volviera a suceder nada semejante. Su decisión fue ocultar la cara de todas las mujeres para que ningún hombre sienta la tentación de besar a una mujer.
Familia en el bazar
de Samarkanda
Y por esta razón todas las mujeres deben llevar la cara tapada (entendimos que era la leyenda de donde nació el burka).
Después visitamos un bazar precioso repartido por especialidades: verduras, especias, frutas etc., donde entablamos conversaciones con distintos vendedores.
Fuimos al hotel y nos bañamos en la piscina, yendo posteriormente a cenar y a visitar los monumentos iluminados.