miércoles, 15 de julio de 2009

Miércoles, 15 de julio


Nos levantamos temprano para emprender viaje hacia Bhukara. Hacía mucho calor y éste se iba acrecentando a medida que nos metíamos en pleno desierto.

Todo nuestro viaje atravesando Uzbekistán es pleno desierto, con arena, plantas de pequeño tamaño, retamas etcétera. De vez en cuando, en este grandioso desierto nos encontramos algún camello, dromedario, caballo, ovejas, normalmente en muy mal estado, ya que no tienen ni siquiera agua para beber.

Las grandes ciudades se encuentran en las veras de los ríos que atraviesan Uzbekistán y son pequeños reductos de abundancia en pleno desierto.

Las carreteras son bastante malas y ellos conducen de forma bastante estresada y caótica, valiendo todo: los adelantamientos con línea continua y curva, direcciones prohibidas en las ciudades, etcétera.

Es difícil encontrar gasolina de más de 91 octanos (95 es lo mínimo en Europa) y los coches van detonando y sufriendo constantemente.

La gente de Uzbekistán son de largo los más amables, simpáticos y hospitalarios de todos los países que hemos atravesado hasta ahora. Se respira tranquilidad y seguridad en este país. La belleza de sus gentes y sus ciudades la hacen realmente atractiva. El recorrido que hacemos desde Astrachán (Rusia) hasta la salida de Kazajstán es el corazón de la Ruta de la Seda, principalmente Uzbekistán y sus ciudades Khiwa, Bukara y Samarcanda.

Ese día, paramos a comer en un pequeño bar de carretera, bastante sucio por cierto, en el que pedimos unas brochetas de cordero y el camarero además nos trajo una ensalada. Después de comer, Yeni y Luis comenzaron a sentirse mal ya que sentían retortijones en el estómago, creemos que debido a que los tomates estaban sin lavar.

Llegamos a media tarde a Bhukara, atravesando el desierto de Kyzilkum, esta vez todo por carretera en no muy mal estado. Hay más arena que en el desierto anterior de Qraqalpagistán.

Buscamos un hotel mediante la técnica depurada del regateo y salimos a cenar a la plaza en la que hay un estanque cuadrado en su centro, todo él bordeado de terrazas en las que se pueden degustar los platos típicos Uzbekos.

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