Nos dispones a salir de Samarkanda y de Uzbekistán, no sin gran pesar, pues sólo por conocer a la gente de Uzbekistán y sus ciudades ya habría merecido la pena el viaje.
Ponemos rumbo a la frontera con Kazajstán, pasando por la capital de Uzbekistán, Taskent, y buscando la frontera con Kazajstán nos encontramos que la primera carretera comarcal, tiene la frontera cerrada. Preguntamos y nos dicen que la autopista también está cerrada, intentamos otra y también cerrada. No conseguimos entender pero creemos que es por ser domingo. Nos dicen que está abierta la de Chinaz, que lo habíamos dejado 80 km antes. Retrocedemos después de haber perdido mucho tiempo.
Ya en la frontera por el paso de Chinaz para salir de Uzbekistán nos hacen bajar todo lo del coche y nos meten un perrito dentro del coche para que busque drogas. Cuando tenemos casi todo metido a Luis y a Jeni no les habían revisado todavía y nos dicen que nos demos prisa que la frontera Kazaja cierra en 20 minutos.
Colocamos todo rápido y salimos para allá. Miguel y Alex haciendo papeles para entrar en Kaza y a todo esto Luis y Jeni que no pueden salir de Uzbe porque el papel que les hicieron a la entrada era de salida, todo un jaleo.
Total que llega la hora del cierre y nos dicen que los ordenadores ya no tienen conexión satélite y que nos tenemos que quedar allí, en tierra de nadie, (entre las dos fronteras) a dormir. A todo esto un paisano que suelta la viruta pasa con un BMW sin conexión satélite ni leches en vinagre. Nos dicen que podemos cenar y dormir allí en la frontera. Nos conducen a una habitación con una mesa y nos dan de cenar espaguetis y té. Luis dice que por fin nos tratan como turistas el gobierno Kazajo. Pero cuando terminamos la señora que nos sirvió nos trae una servilleta con la cuenta escrita a mano, 5000 tenges, unos 35 $. Cortesía Kazaja a precios europeos. Le intentamos preguntar si es por la cena sólo o por dormir también. Al no conseguir entendernos y la señora sacar una cama plegable salimos de ”najas” de allí a montar la tienda junto a los coches en el descampado al lado de la casa. ¡A saber cuánto hubiese sido el hotel cortesía Kazaja!
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