Iglesia ortodoxa
Salimos después de la revisión rutinaria de los coches para seguir atravesando Ucrania, donde las carreteras vuelven a ser terribles por los baches. La velocidad que hay que llevar para no dañar los coches al ir muy cargados y con continuos baches hacen muy pesado el viaje.Pasamos por Kirovohrad, ciudad bastante importante, sin ninguna pérdida y sin problemas.
Por el camino paramos y nos encontramos un paisano que intentamos hablar con él sin mucho éxito. Le damos unos mecheros y tan contento.
Cruzamos también otra ciudad enorme llamada Dnipropetrovs’k, también sin problemas y pensamos buscar hotel a la salida, ya se nos hace de noche. Preguntando a la gente no sabe muy bien y en una tienda un paisano se ofrece a llevarnos a un hotel a 3 km. A la llegada le damos una botella de vino y ¡vaya cara de felicidad!
El hotel está completo, el guardián nos indica otro a 10 km, ¡allá que vamos! Llegamos y por un precio razonable dormimos en dos casitas muy cucas, pero el agua huele a cloaca y deja rastros rojos en las uñas. Por la mañana cogemos agua en las garrafas para fregar y a las dos horas el agua está totalmente turbia, bastante asquerosa. A Jenni le pica un bicho en el tobillo.
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