Nos levantamos, desayunamos, revisamos los coches, repartimos material escolar y emprendemos un nuevo día a través de Mongolia.
Cogemos otra vez la nacional, eso sí, sin asfaltar y transitamos durante varias horas contemplando el bello paisaje mongol. A lo largo del camino contemplamos montañas totalmente desarboladas de tonalidades, ocres, rojizas, grises, cuya tonalidad va variando en función de la iluminación y a medida que nos vamos desplazando.
Los valles generalmente son muy abiertos, semidesérticos con manadas de caballos, rebaños de ovejas y cabras y de vez en cuando nos encontramos camellos diseminados a lo largo del valle o formando pequeños grupos.
A la hora de la comida Alex comenzó a sentirse mal y decidió tumbarse en la esterilla mientras nosotros comíamos.
Mientras comíamos nos superaron los primeros españoles del rally a Mongolia. Eran tres, venían en un coche bastante viejo y destartalado y se pararon a hablar con nosotros; unos tres minutos ya que tenían mucha prisa por llegar. Uno de ellos era de Ávila y habían salido de Madrid el día 19 de Julio, con lo que llevaban unos 12000 km en 11 días. Suponiendo que han tardado medio día en cruzar las fronteras nos quedan 10,5 días. Por tanto, han hecho al día una media de 1150 km por carreteras que a partir de la Comunidad Europea están en bastante mal estado. Eso supone una media de 14-15 horas/día al volante (sin parar ni a mear). Otra forma de viajar y ”de conocer otros lugares”, que por supuesto no entiendo.
Viajamos otras tres horas y paramos en un marco incomparable al lado de un río y rodeados de montañas. Luis y Jeny disfrutaron de este bello paisaje dándose un paseo y lavándose en las sinuosas y cristalinas aguas del río.
A Alex le dolía la cabeza y estaba con fiebre y se metió inmediatamente en la tienda. Yo empezaba a encontrarme también mal, ya que me había sentado mal la comida. Después de lavarme los pies en el río y comprobar que tenía diarrea, me metí con Alex al amparo de la tienda.
Esa noche, llegaron dos niños a vernos y al intentar cruzar el río uno encima del otro , ya que uno de ellos tenía botas de goma, se cayeron y se mojaron.
Al poco tiempo, se aproximó a nosotros un hombre ebrio montado a caballo y estuvimos “gestualizando” un rato con él. Me imagino que llegaría bien a casa, debido a que el caballo se sabía el camino e iba en mejor estado que él.
viernes, 31 de julio de 2009
jueves, 30 de julio de 2009
Jueves, 30 de julio
Nos levantamos sin saber si fue real lo de anoche o no, pero nos despejó las dudas la “ñam ñam”, cuando salió con su nieto disfrazado de mongol para que le hiciésemos fotos.
Cambiamos las ruedas normales por las de tacos y partimos camino hacia Ulan Batar. Desde aquí hasta Ulaan Bataar nos espera la prueba final y la más dura, más de 2.000 km de pistas por desierto.
Emprendimos camino por la “carretera nacional” que atraviesa de oeste a este Mongolia. Esta carretera, por supuesto sin asfaltar, esta llena de piedras sueltas y baches, de una profundidad no superior a 20 cm, ya que sino estaríamos hablando de una comarcal.
A unos 40 km de la frontera dejamos la nacional y cogemos una comarcal con la intención de cruzar Mongolia por la parte norte, según el plan inicial establecido.
A medida que nos íbamos separando del pueblo entendimos porqué era una carretera comarcal. Dicha carretera era mucho más estrecha, con piedras mucho más grandes y los surcos horadados por el agua eran de mayor tamaño. La velocidad media que llevamos fue de unos 20 Km/h.
Esta carretera serpenteaba paralela y atravesaba reiteradamente un río, en cuyas márgenes estaban diseminadas las yurtas de los pastores mongoles.
Las yurtas o gers utilizadas por estos pueblos nómadas, están fabricadas por un entramado de madera, que les da la suficiente consistencia para soportar el viento y posteriormente están recubiertas por tela, lana y plástico para protegerles del gélido invierno donde las temperaturas pueden llegar a descender hasta los -50º C.
El transporte de las pesadas yurtas, que pueden sobrepasar los 300 kg, se hacen mediante camellos.
La frontera de Mongolia se abrió en el 2004 y además íbamos por una carretera comarcal por la que no pasa ningún extranjero. En el momento que nos veían aparecer con los coches, todos los niños que había cercanos a la carretera o de las yurtas salían corriendo a nuestro encuentro para saludarnos.
Esto es una de las cosas que más me han impactado del viaje, junto con el Registan de Samarcanda y la paciencia que tiene Yeni para soportarnos de tan buen humor.
Dado el estado de la carretera comarcal y que además salían pistas por doquier y en todas direcciones, con lo que perdernos iba a resultar muy fácil, decidimos desandar el camino andado y retomar la carretera nacional.
Cuando ves en el mapa que por donde vas es una carretera nacional no te lo crees, hasta el momento que tienes que transitar por las secundarias y observas la enorme diferencia. Qué maravilla las carreteras nacionales en las que puedes hacer una media de 40 Km/h!. Eso sí, sin tener ningún cariño al coche.
A pesar de que los “foritos” se están comportando como unos campeones, en una de las rampas de un puerto, a una altura de 2500 m, nos tuvimos que bajar y empujarlos.
Avanzamos 70 km los últimos 30 por asfalto (¡¡¡qué delicia!!!) y llegamos a Olgi.
Paramos a echar gasolina y un hombre que conducía en sentido contrario, paró y nos ofreció hotel. Nos alojamos en una casa aledaña a la suya y volvimos a cenar patatas con cordero, acompañados por el marido, la mujer y una de sus preciosas hijas que iban y venían para hacernos compañía.
Por cierto, el abuelo también vino hasta tres veces, pero con diferentes intenciones, ya que trataba de vendernos un reloj. La primera vez nos pidió 5000 tugrug y como no se lo compramos, la segunda vez subió el precio hasta 10000 tugrug. Un tío astuto. ¡¡¡Si señor!!! La tercera vez, le dijimos que no lo queríamos, pero conociendo su gran astucia y su buen hacer para los negocios, seguro que nos lo habría dejado en 15.000.
Cambiamos las ruedas normales por las de tacos y partimos camino hacia Ulan Batar. Desde aquí hasta Ulaan Bataar nos espera la prueba final y la más dura, más de 2.000 km de pistas por desierto.
Emprendimos camino por la “carretera nacional” que atraviesa de oeste a este Mongolia. Esta carretera, por supuesto sin asfaltar, esta llena de piedras sueltas y baches, de una profundidad no superior a 20 cm, ya que sino estaríamos hablando de una comarcal.
A unos 40 km de la frontera dejamos la nacional y cogemos una comarcal con la intención de cruzar Mongolia por la parte norte, según el plan inicial establecido.
A medida que nos íbamos separando del pueblo entendimos porqué era una carretera comarcal. Dicha carretera era mucho más estrecha, con piedras mucho más grandes y los surcos horadados por el agua eran de mayor tamaño. La velocidad media que llevamos fue de unos 20 Km/h.
Esta carretera serpenteaba paralela y atravesaba reiteradamente un río, en cuyas márgenes estaban diseminadas las yurtas de los pastores mongoles.
Las yurtas o gers utilizadas por estos pueblos nómadas, están fabricadas por un entramado de madera, que les da la suficiente consistencia para soportar el viento y posteriormente están recubiertas por tela, lana y plástico para protegerles del gélido invierno donde las temperaturas pueden llegar a descender hasta los -50º C.
El transporte de las pesadas yurtas, que pueden sobrepasar los 300 kg, se hacen mediante camellos.
Reparto del material
A lo largo de esta carretera fuimos parando en casi todos los poblados de yurtas repartiendo el material que hemos traído desde España.La frontera de Mongolia se abrió en el 2004 y además íbamos por una carretera comarcal por la que no pasa ningún extranjero. En el momento que nos veían aparecer con los coches, todos los niños que había cercanos a la carretera o de las yurtas salían corriendo a nuestro encuentro para saludarnos.
Esto es una de las cosas que más me han impactado del viaje, junto con el Registan de Samarcanda y la paciencia que tiene Yeni para soportarnos de tan buen humor.
Niños corriendo a
nuestro encuentro
Después de avanzar 70 km por esta maravillosa carretera (por lo bello del paisaje) llegamos a un pueblo y preguntamos por dónde debíamos ir al pueblo siguiente. Allí, cada uno decía una cosa y después de estar buscando una carretera (las llaman carreteras pero son pistas) que supuestamente unía los dos pueblos volvimos a preguntar. Unos que venían en una moto y conocían mejor las carreteras, al enseñarles el mapa nos dijeron que no se podía pasar y que nos debíamos desviar bordeando un enorme lago para poder enlazar con la carretera comarcal.nuestro encuentro
Dado el estado de la carretera comarcal y que además salían pistas por doquier y en todas direcciones, con lo que perdernos iba a resultar muy fácil, decidimos desandar el camino andado y retomar la carretera nacional.
Cuando ves en el mapa que por donde vas es una carretera nacional no te lo crees, hasta el momento que tienes que transitar por las secundarias y observas la enorme diferencia. Qué maravilla las carreteras nacionales en las que puedes hacer una media de 40 Km/h!. Eso sí, sin tener ningún cariño al coche.
A pesar de que los “foritos” se están comportando como unos campeones, en una de las rampas de un puerto, a una altura de 2500 m, nos tuvimos que bajar y empujarlos.
Avanzamos 70 km los últimos 30 por asfalto (¡¡¡qué delicia!!!) y llegamos a Olgi.
Paramos a echar gasolina y un hombre que conducía en sentido contrario, paró y nos ofreció hotel. Nos alojamos en una casa aledaña a la suya y volvimos a cenar patatas con cordero, acompañados por el marido, la mujer y una de sus preciosas hijas que iban y venían para hacernos compañía.
Por cierto, el abuelo también vino hasta tres veces, pero con diferentes intenciones, ya que trataba de vendernos un reloj. La primera vez nos pidió 5000 tugrug y como no se lo compramos, la segunda vez subió el precio hasta 10000 tugrug. Un tío astuto. ¡¡¡Si señor!!! La tercera vez, le dijimos que no lo queríamos, pero conociendo su gran astucia y su buen hacer para los negocios, seguro que nos lo habría dejado en 15.000.
miércoles, 29 de julio de 2009
Miércoles, 29 de julio
Después de desayunar en nuestra estupenda habitación, partimos hacia la frontera. Llegamos en poco más de media hora a la salida de la frontera rusa. Las instalaciones están nuevas y hay bastante policía en ella. Cuando llegamos con los coches, tenían a una furgoneta totalmente descargada y en mitad de la confiscación de un montón de botellas y comida que transportaba la furgo. Ya nos tocaba descargarlo todo, ufff, ¡¡¡¡otra vez no!!!!!
Rellenamos todos los papeles de customs y demás y sorprendentemente, el oficial de registros (un armario de dos por dos, Luis parecía un niño a su lado) nos echó un vistazo al maletero y nos dijo que siguiéramos, todo bastante bien y rápido, con lo que al final le debemos dinero a los rusos por las multas que no nos pusieron. Muy bien por ellos.
La frontera de Mongolia fue otro cantar, eran casi todo chicas salvo los dos bicharracos que mandaban en ella. Cuando llegamos ya había allí dos coches del mongol rally y otro de un rally inglés ESPERANDO.
Después de intentar que entendiesen que el coche lo íbamos a donar a una ONG, nos cobraron las tasas de importación. Al jefe le costó entender que un coche matriculado en septiembre de 1999, hasta septiembre de este año 2010 no tenía 10 años y por tanto el tramo de impuestos era del de un coche de menos de diez años. Para que lo entendiese al final tuvimos que llamar a la Cónsul Honorífica Española en Mongolia (Oyuna) que en tan sólo 31 minutos de llamada con nuestro móvil acabó entendiéndolo. Pagamos los 1350 dólares por coche y salimos de allí. ¡¡¡Por fin!!!
¡¡¡¡ESTABAMOS EN MONGOLIA!!!!
La llegada al “hotel” fue de chiste ya que al entrar en el corral de la yurta nos atiende una abuelilla con su nieta en los brazos y nos hace pasar a la yurta. Allí hay “algo” tumbado en una de las camas y la abuela nos dice que quien nos debe atender está tumbada en la cama pero que está borracha. Al preguntarle el precio del hotel nos balbucea algo y al rato de no hacernos ni caso decidimos salir decidimos salir de allí. Cuando llegamos al coche, nos encontramos a un paisano borracho como una cuba que no encuentra lo que busca y que nos indica a trompicones que vayamos al bar. Es tanto la insistencia que agarra a Miguel por el brazo y se lían de zarandeo (casi todos llorando de risa).
La señora era una verdadera fiesta, en vaqueros y con una redecilla de hospital en la cabeza, nos enseñó la yurta de al lado, que era en la que nos íbamos a quedar. Acabamos con gorros mongoles, cenando con ellos y brindando con vodka sobre todo la ñam ñam (nombre con el que denominamos a la señora, ya que era la forma que tenía de indicarnos que debíamos ir a cenar).
Fue una tarde-noche de lo más divertida y lo que fue una llegada con incertidumbre sobre si sería recomendable quedarnos, se convirtió en una de las noches más divertidas. La familia de la ñam ñam era de lo más prolífico, allí llegaba y se iba gente continuamente, y nos los presentaban a todos, niños, mayores, mujeres, hombres,…
La paisana continuó con su pedo ahora acompañada de toda la familia y nosotros.
Rellenamos todos los papeles de customs y demás y sorprendentemente, el oficial de registros (un armario de dos por dos, Luis parecía un niño a su lado) nos echó un vistazo al maletero y nos dijo que siguiéramos, todo bastante bien y rápido, con lo que al final le debemos dinero a los rusos por las multas que no nos pusieron. Muy bien por ellos.
La frontera de Mongolia fue otro cantar, eran casi todo chicas salvo los dos bicharracos que mandaban en ella. Cuando llegamos ya había allí dos coches del mongol rally y otro de un rally inglés ESPERANDO.
Después de intentar que entendiesen que el coche lo íbamos a donar a una ONG, nos cobraron las tasas de importación. Al jefe le costó entender que un coche matriculado en septiembre de 1999, hasta septiembre de este año 2010 no tenía 10 años y por tanto el tramo de impuestos era del de un coche de menos de diez años. Para que lo entendiese al final tuvimos que llamar a la Cónsul Honorífica Española en Mongolia (Oyuna) que en tan sólo 31 minutos de llamada con nuestro móvil acabó entendiéndolo. Pagamos los 1350 dólares por coche y salimos de allí. ¡¡¡Por fin!!!
¡¡¡¡ESTABAMOS EN MONGOLIA!!!!
Yurta
Hay que decir que los ingleses que estaban intentando pasar eran bastante arrogantes y engreídos, se quedaron allí durante la noche (se lo merecían). Como ya era tarde, porque nos tiramos en la frontera mongola desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde (sólo estábamos cuatro coches para pasar) decidimos hacer noche allí en el pueblo de la frontera (cuatro casas y dos yurtas). Esta vez el hotel es una yurta.La llegada al “hotel” fue de chiste ya que al entrar en el corral de la yurta nos atiende una abuelilla con su nieta en los brazos y nos hace pasar a la yurta. Allí hay “algo” tumbado en una de las camas y la abuela nos dice que quien nos debe atender está tumbada en la cama pero que está borracha. Al preguntarle el precio del hotel nos balbucea algo y al rato de no hacernos ni caso decidimos salir decidimos salir de allí. Cuando llegamos al coche, nos encontramos a un paisano borracho como una cuba que no encuentra lo que busca y que nos indica a trompicones que vayamos al bar. Es tanto la insistencia que agarra a Miguel por el brazo y se lían de zarandeo (casi todos llorando de risa).
Nosotros en la yurta
Al final pasa por allí el señor que nos hizo el seguro del coche y le pedimos que hablase con la mujer de la yurta para alojarnos allí. En un momento la puso en marcha y fue como ponerle un petardo en el culo a la señora, entre resaca y todavía pedo la mujer nos atendió.La señora era una verdadera fiesta, en vaqueros y con una redecilla de hospital en la cabeza, nos enseñó la yurta de al lado, que era en la que nos íbamos a quedar. Acabamos con gorros mongoles, cenando con ellos y brindando con vodka sobre todo la ñam ñam (nombre con el que denominamos a la señora, ya que era la forma que tenía de indicarnos que debíamos ir a cenar).
Fue una tarde-noche de lo más divertida y lo que fue una llegada con incertidumbre sobre si sería recomendable quedarnos, se convirtió en una de las noches más divertidas. La familia de la ñam ñam era de lo más prolífico, allí llegaba y se iba gente continuamente, y nos los presentaban a todos, niños, mayores, mujeres, hombres,…
La paisana continuó con su pedo ahora acompañada de toda la familia y nosotros.
martes, 28 de julio de 2009
Martes, 28 de julio
Río
Nos levantamos mientras todos seguían durmiendo la mona. Continuamos la Chusky Track, se llama así porque la cordillera se llama Chusky, viendo que es mucho más bonita y cuanto más nos adentramos menos turistas rusos de vacaciones, algunos sitios flipantes para acampar y no la disco de la noche anterior.La carretera avanza paralela a un gran río y cada vez las montañas son más grandes, el paisaje sobrecogedor, unas montañas con bosque tan frondosos que no se veía entre los árboles. El río era muy caudaloso y verde esmeralda, seguramente agua de deshielo ya que las cumbres estaban nevadas. Había grupos de gente haciendo rafting.
Nos acercamos a la frontera de Mongolia y como no queríamos cometer el error de pasarla de noche, decidimos buscar alojamiento en un pueblo cercano a ésta.
Las dos opciones que teníamos de hotel eran a cuál mejor, evidentemente como vamos sobraos nos fuimos al mejor. Allí disfrutamos de una estupenda habitación para los cuatro, hecha de tablones y papel que parecía que lo había puesto los fans del Fary. Además de este lujo compartido por los cuatro en la misma habitación, solamente había un baño para todo el hotel. Sí, sí, para todo el hotel, si se puede llamar hotel a una casucha mal hecha con unas cuantas habitaciones.
Como buenos aventureros nos hicimos la cena y nos echamos en los estupendísimos somiers de madera con una espuma encima de menos de cinco centímetros (durita para la espalda). Dormimos con ciertos nervios por la última frontera, aunque ya le habíamos ganado la apuesta a Javi “el niño” (llegamos a la segunda entrada de Rusia).
lunes, 27 de julio de 2009
Lunes, 27 de julio
Campamento al lado del río
Nos levantamos tarde, desayuno en el hotel y bajamos a Internet para colgar la segunda entrega del blog. Salimos rumbo a la Chusky Track, la famosa carretera que recorre la República de Altai de Oeste a Este. Hacemos kilómetros pero la carretera todavía no es tan bonita como esperábamos. Muy buen asfalto. Buscamos hotel en un pueblecito pero no nos convence. Continuamos y vemos unas tiendas de campaña al lado del río, junto con un autobús escolar. Entramos y vemos que está todo cristo acampado allí. Localizamos un hueco majo al lado del río y nos instalamos.El vecino rápido viene a entablar conversación. Le decimos de dónde venimos y flipa, cuando lo ve en el mapa más todavía. El hijo nos hace de intérprete, pues sabe algo de inglés. Muy majos.
Vemos un puente por donde increíblemente pasan los coches y nos vamos a dar un paseo. Cruzamos el puente y vemos que es una zona de marcha, con restaurantes, bares, discoteca y bastante atiborrado de gente. Cenamos bastante bien en un garito con terraza, viendo al personal que se mueve por allí, están todos de vacaciones, bañito, cenita y disco.
Montamos tiendas, leemos un rato y empieza la discoteca ¡al aire libre!, ¡oh no! Además, el vecino nuestro se anima y pone la música en el coche mientras privan unas botellas que parece hidromiel.
Nos metemos a las tiendas y te retumbaba todo el cuerpo. ¡Si yo juré que no volvería a acampar en el Womad de Cáceres! Esto fue por el estilo. Por si no fuera bastante, a altas horas de la madrugada, las que creíamos eran las profesoras de los niños, llegan mamadas cantando y gritando, para dar buen ejemplo a sus pupilos de cómo se bebe vodka en Rusia. ¡Vaya campamento! ¡Qué ojo tuvimos!
domingo, 26 de julio de 2009
Domingo, 26 de julio
Hemos dormido muy cerca de la frontera. Nos levantamos y a enfrentarnos con la policía Kazaja de nuevo, aunque nos apetecía salir ya de Kaza.
La verdad es que en la frontera de salida de Kazajstán, bastante moderna por cierto, nos fue muy bien, todo personal joven y todos hablaban inglés. No nos revisan más de la cuenta y sin problemas, esto nos ayuda un poco a reconciliarnos con el país.
La entrada en Rusia, también temida por nosotros sin problemas, no hablan apenas inglés pero muy correctos, cumpliendo con su trabajo, no soltamos ni un chavo y sin apenas revisarnos. Tres horitas y ala, a correr.
Carretera rusa muy buena, respetando todos los límites escrupulosamente y hacia Barnaul, donde encontramos un hotel carillo pero merecía la pena después de llevar seis días en el campo.
La recepcionista es un cayo, que además no habla ingles y hasta que conseguimos que nos haga el registro nos cuesta nuestro tiempo.
Duchita, por fin. A cenar a un restaurante guapo, donde no hablan inglés ni tienen la carta en inglés. El dueño llama a un heavy melenudo, entradito en años, tartaja, un poco torpedo que apenas habla inglés, imaginaros el percal, para que nos recomiende qué pedir. Después de unas risas pedimos y se marcha el heavy.
La cena realmente estupenda, un poco carilla pero se paga a gusto. A dormir en camita, por fin.
La verdad es que en la frontera de salida de Kazajstán, bastante moderna por cierto, nos fue muy bien, todo personal joven y todos hablaban inglés. No nos revisan más de la cuenta y sin problemas, esto nos ayuda un poco a reconciliarnos con el país.
La entrada en Rusia, también temida por nosotros sin problemas, no hablan apenas inglés pero muy correctos, cumpliendo con su trabajo, no soltamos ni un chavo y sin apenas revisarnos. Tres horitas y ala, a correr.
Carretera rusa muy buena, respetando todos los límites escrupulosamente y hacia Barnaul, donde encontramos un hotel carillo pero merecía la pena después de llevar seis días en el campo.
La recepcionista es un cayo, que además no habla ingles y hasta que conseguimos que nos haga el registro nos cuesta nuestro tiempo.
Duchita, por fin. A cenar a un restaurante guapo, donde no hablan inglés ni tienen la carta en inglés. El dueño llama a un heavy melenudo, entradito en años, tartaja, un poco torpedo que apenas habla inglés, imaginaros el percal, para que nos recomiende qué pedir. Después de unas risas pedimos y se marcha el heavy.
La cena realmente estupenda, un poco carilla pero se paga a gusto. A dormir en camita, por fin.
sábado, 25 de julio de 2009
Sábado, 25 de julio
Salimos prontito de la zona de acampada. En la carretera nos para un policía, después de ver pasaporte y carnet de conducir dice que salga y vamos hacia la parte trasera diciendo dónde está la pegatina de la E de España. Le digo que la llevamos en las matrículas, que son de la UE.
El tío jeta dice que eso no vale, que en Kaza hay que llevar la pegatina ovalada con la E. Nos lleva al Lada Niva y nos enseña el artículo del código de circulación, en ruso claro, lógicamente no entendemos nada. Nos amenaza con que nos va a multar y que se queda con los carnets de conducir hasta que paguemos en una población grande la multa y que allí nos devuelven los carnets, teniendo que perder algún que otro día hasta que lleguen allí nuestros carnets. Le decimos que nada de eso y entonces insinúa que puede hacer la vista gorda, todo esto más bien por gestos porque no le entendemos ni papa.
Total, que le soltamos 7 $ y el tío se descojona en nuestra cara y hace con el dedo sobre el asiento un dibujo de 50 $. Le decimos que no tenemos y le damos un billete de 500 tg (tenges, moneda de Kazajstán), que en ese momento era lo más pequeño que teníamos. El tío sonríe al ver la pasta y nos deja marchar. En total son cerca de 40 $ para el policía corrupto. En esta ocasión Kazajstán nos debe pasta, al final del viaje haremos un balance.
Continuamos bastante cabreados y dándoles vueltas a la cabeza y con mucho cuidado en la conducción para no darles motivos, encima. A todo esto, la carretera por la mañana muy mala, sólo se puede ir a 50 ó 60 km/h si no quieres tragarte los superbaches cada dos por tres. Comemos algo rápido y seguimos.
Justo al salir de esa zona de baches hay un control de policía y nos paran, a Luis y Jenni para decirles que iban muy rápido, la carretera en realidad es de 90 km/h. Jenni muy cabreada se viene a nuestro coche y deja a Luis bregar con los extorsionadores. Luis que es un profesional, les hace gracia, e incluso le graban con el móvil y consigue no darles un pavo y les coloca pastillas pica-pica y unos bolis. Esto nos alegra un poco porque lo veíamos muy feo.
Llegada a la horrible Semey, intentamos buscar hotel, localizamos unos y nos piden 8.000 tg (unos 54 $) les decimos que no y no nos bajan nada. Nos piramos buscando otro hotel y nada.
Salimos dirección Barnaul y al campito otro día más. Kazajstán nos está dejando un mal sabor de boca, sobre todo por su frontera y su policía corrupta, todo lo contrario que Uzbekistán.
El tío jeta dice que eso no vale, que en Kaza hay que llevar la pegatina ovalada con la E. Nos lleva al Lada Niva y nos enseña el artículo del código de circulación, en ruso claro, lógicamente no entendemos nada. Nos amenaza con que nos va a multar y que se queda con los carnets de conducir hasta que paguemos en una población grande la multa y que allí nos devuelven los carnets, teniendo que perder algún que otro día hasta que lleguen allí nuestros carnets. Le decimos que nada de eso y entonces insinúa que puede hacer la vista gorda, todo esto más bien por gestos porque no le entendemos ni papa.
Total, que le soltamos 7 $ y el tío se descojona en nuestra cara y hace con el dedo sobre el asiento un dibujo de 50 $. Le decimos que no tenemos y le damos un billete de 500 tg (tenges, moneda de Kazajstán), que en ese momento era lo más pequeño que teníamos. El tío sonríe al ver la pasta y nos deja marchar. En total son cerca de 40 $ para el policía corrupto. En esta ocasión Kazajstán nos debe pasta, al final del viaje haremos un balance.
Continuamos bastante cabreados y dándoles vueltas a la cabeza y con mucho cuidado en la conducción para no darles motivos, encima. A todo esto, la carretera por la mañana muy mala, sólo se puede ir a 50 ó 60 km/h si no quieres tragarte los superbaches cada dos por tres. Comemos algo rápido y seguimos.
Reparación del faro
Después de comer 150 km hasta Semey, los peores del viaje, en realidad hay dos carriles en un sentido y otros dos en otro, con una mediana de tierra en medio. Algunos baches son auténticas fosas, en las que tienes que llegar a parar el coche por completo si no quieres destrozarlo. La gente se cambia de un carril de la autopista al otro, todo el mundo circula por donde cree que está mejor, aunque sea en dirección contraria, aún así nos siguen pasando a toda leche. Paramos a poner una bombilla y a limpiar un faro que se había llenado de polvo, un poco de cinta americana ¡uy, perdón, imperialista! Y solucionado.Justo al salir de esa zona de baches hay un control de policía y nos paran, a Luis y Jenni para decirles que iban muy rápido, la carretera en realidad es de 90 km/h. Jenni muy cabreada se viene a nuestro coche y deja a Luis bregar con los extorsionadores. Luis que es un profesional, les hace gracia, e incluso le graban con el móvil y consigue no darles un pavo y les coloca pastillas pica-pica y unos bolis. Esto nos alegra un poco porque lo veíamos muy feo.
Llegada a la horrible Semey, intentamos buscar hotel, localizamos unos y nos piden 8.000 tg (unos 54 $) les decimos que no y no nos bajan nada. Nos piramos buscando otro hotel y nada.
Salimos dirección Barnaul y al campito otro día más. Kazajstán nos está dejando un mal sabor de boca, sobre todo por su frontera y su policía corrupta, todo lo contrario que Uzbekistán.
viernes, 24 de julio de 2009
Viernes, 24 de julio
Revisión de coches. Cuando estamos recogiendo se nos acerca un jinete, pastor, que nos había visto con los prismáticos primero y nos pregunta que de dónde somos e intentamos entablar conversación siendo imposible. Se marcha a galope.
Salimos del campamento con rumbo Norte, no sin dar alguna que otra vuelta antes, y encontramos una pista mucho mejor que las de el día anterior. Deshicimos el camino al pueblecito donde acababa la carretera mucho antes que ayer. Muchísimo polvo que entra por todo el coche. Carretera y manta.
Paramos en un pueblo a comprar (muchas sopas de sobre, nocilla, pan, huevos, agua, etcétera, y la señora se queda flipada) y cogemos agua para echar a uno de los coches que tiene bajo el nivel del refrigerante.
Nuestra meta es un pueblo llamado Usharal, dirección Semey. Pero no está en la misma carretera y nos lo pasamos, pues había que desviarse. Acampamos de camino, pues al pasarnos Usharal no hay más pueblos y tampoco hoteles. Así que un día más de campamento (desde Samarkanda no catamos hotel) cerca de la carretera.
El lugar está lleno de nidos y nos acompañan milanos, halcones y cucos que revolotean a nuestro alrededor.
Salimos del campamento con rumbo Norte, no sin dar alguna que otra vuelta antes, y encontramos una pista mucho mejor que las de el día anterior. Deshicimos el camino al pueblecito donde acababa la carretera mucho antes que ayer. Muchísimo polvo que entra por todo el coche. Carretera y manta.
Paramos en un pueblo a comprar (muchas sopas de sobre, nocilla, pan, huevos, agua, etcétera, y la señora se queda flipada) y cogemos agua para echar a uno de los coches que tiene bajo el nivel del refrigerante.
Nuestra meta es un pueblo llamado Usharal, dirección Semey. Pero no está en la misma carretera y nos lo pasamos, pues había que desviarse. Acampamos de camino, pues al pasarnos Usharal no hay más pueblos y tampoco hoteles. Así que un día más de campamento (desde Samarkanda no catamos hotel) cerca de la carretera.
El lugar está lleno de nidos y nos acompañan milanos, halcones y cucos que revolotean a nuestro alrededor.
jueves, 23 de julio de 2009
Jueves, 23 de julio
Cañón de Charín
por dentro
Nos levantamos bien prontito, entramos al parque con el coche y al cañón a patita. Es una pasada.por dentro
Al salir del parque ya están los guardas y nos cobran 300 Tg/persona. Carretera y manta hacia el parque al norte de Almaty donde hay unas dunas cantarinas, que suenan por la vibración producida por la fricción de la arena por el aire.
Llegamos a un pueblo y preguntamos, allí nadie parece saber dónde están las dunas. Tiramos de mapa y cogemos pista rumbo Sur, atravesamos un puerto de montaña, todo por pista, preguntamos a las pocas personas que nos encontrábamos, indicándonos que íbamos bien, que faltaban 5 km, luego otro paisano nos dice que más al Oeste y que faltan 25 km más por pistas, que cada vez eran peores. Al final encontramos un guarda del parque que nos dice que vamos bien pero que por esa pista no podemos pasar con el coche, que volvamos y que por carretera entremos por otro lugar.
Ya casi de noche acampamos, hacía bastante aire y frío y una vez más nos resguardamos con el coche para cenar y dormir.
miércoles, 22 de julio de 2009
Miércoles, 22 de julio
Cumple de Jeni y de mi sobrino Samuel.
Salimos rumbo Almati con la idea de sacar dólares que nos harán falta para entrar en Mongolia y poder dejar allí los coches. Nos dirigimos dirección al aeropuerto. Un atascazo de la leche y radares de todo tipo y todos los lugares. Conseguimos llegar al aeropuerto y sacamos dólares con las tarjetas, hacemos algo de compra y salimos rumbo al cañón del Charín. Aunque cogemos la carretera bien, luego es caótico y nos perdemos dando varias vueltas. Por fin carretera y manta.
Hacemos 10 km de pista llena de enorme tolé ondulé (como si circulásemos sobre uralita que desmonta los “forfitos”). Llegamos al parque, abierto, sin guarda y entramos sin pagar. Desde arriba la vista es realmente espectacular, un airazo que nos volamos y algún problema para dar la vuelta al segundo coche sin caer por el barranco.
Buscamos la pista que circula por el fondo del barranco pero para acceder hay que bajar una “trialera” imposible para nuestros cochecillos. Decimos acampar fuera del parque y entrar a la mañana siguiente al cañón y recorrerlo andando. Para celebrar el cumple de Jeni cenamos ligerito, patatas fritas con pimientito y cebolla.
Salimos rumbo Almati con la idea de sacar dólares que nos harán falta para entrar en Mongolia y poder dejar allí los coches. Nos dirigimos dirección al aeropuerto. Un atascazo de la leche y radares de todo tipo y todos los lugares. Conseguimos llegar al aeropuerto y sacamos dólares con las tarjetas, hacemos algo de compra y salimos rumbo al cañón del Charín. Aunque cogemos la carretera bien, luego es caótico y nos perdemos dando varias vueltas. Por fin carretera y manta.
Cañón de Charín
desde arriba
Casi todo el día para llegar al cañón. Además vemos un cartel que intuimos que pone Cañón del Charín en cirílico Kazajo, pues el cirílico en Rusia y Ucrania es igual pero en Kaza y en Uzbe es distinto incluso entre ellos.desde arriba
Hacemos 10 km de pista llena de enorme tolé ondulé (como si circulásemos sobre uralita que desmonta los “forfitos”). Llegamos al parque, abierto, sin guarda y entramos sin pagar. Desde arriba la vista es realmente espectacular, un airazo que nos volamos y algún problema para dar la vuelta al segundo coche sin caer por el barranco.
Buscamos la pista que circula por el fondo del barranco pero para acceder hay que bajar una “trialera” imposible para nuestros cochecillos. Decimos acampar fuera del parque y entrar a la mañana siguiente al cañón y recorrerlo andando. Para celebrar el cumple de Jeni cenamos ligerito, patatas fritas con pimientito y cebolla.
martes, 21 de julio de 2009
Martes, 21 de julio
Coches en rampa
Salimos de la zona de acampada y paramos en unas rampas que hay en las carreteras para reparar los coches in situ.Reapretamos todo y vemos que algunos latiguillos traseros rozan en los soportes que soldamos de los amortiguadores y se están marcando. Lo reparamos y seguimos rumbo a Almati para buscar hotel pero al ver que se hacía de noche y no llegábamos decidimos acampar en un laguito muy bonito.
Campamento del lago
Allí vemos la majestuosa águila dorada de Kazajstán.Nos dimos un bañito que nos vino muy bien para quitar la sudada de días anteriores.
lunes, 20 de julio de 2009
Lunes, 20 de julio
Por la mañana volvemos a hacer papeles. Parece ser que un permiso de circulación que nos hicieron en la primera entrada deberíamos tenerlo, pero ese papel se lo quedaron al salir de Kazajstán. Al ver que teníamos seguro hecho y que figuraba la misma fecha de entrada que en nuestros pasaportes se tranquilizan un poco.
Un policía nos saca 5$ por coche, aunque uno de los coches se lo pagamos en sun (moneda Uzbeka, que no les mola nada) pero le dijimos que eso o nada.
Luego el de los sellos también saca pasta a la gente, pero a nosotros nos mira con cara de mala hostia, nos da todas las largas que puede y salimos con el sello y sin pagar un pavo de más. No nos revisan y tiramos millas.
Ya estamos en Kazajstán por segunda vez, un poco escocidos con la frontera,ya que en total echamos unas 15 horas para pasarla.
Tiramos rumbo a la frontera de Kyrzygstán, pero no podemos entrar porque no tenemos visado. Tendremos que dar un poco de rodeo porque la carretera nos lleva a Almaty pasa por la capital de Kyrzygstán, Biskek. Acampamos cerca de la carretera por un camino, por el que nos cruzamos con una enorme limusina de una boda, ésto es muy frecuente en Uzbe y Kaza. Arreglamos una de las tiendas Quechua que se montan en 2” y se rompen en 4 montajes.
Un policía nos saca 5$ por coche, aunque uno de los coches se lo pagamos en sun (moneda Uzbeka, que no les mola nada) pero le dijimos que eso o nada.
Luego el de los sellos también saca pasta a la gente, pero a nosotros nos mira con cara de mala hostia, nos da todas las largas que puede y salimos con el sello y sin pagar un pavo de más. No nos revisan y tiramos millas.
Ya estamos en Kazajstán por segunda vez, un poco escocidos con la frontera,ya que en total echamos unas 15 horas para pasarla.
Tiramos rumbo a la frontera de Kyrzygstán, pero no podemos entrar porque no tenemos visado. Tendremos que dar un poco de rodeo porque la carretera nos lleva a Almaty pasa por la capital de Kyrzygstán, Biskek. Acampamos cerca de la carretera por un camino, por el que nos cruzamos con una enorme limusina de una boda, ésto es muy frecuente en Uzbe y Kaza. Arreglamos una de las tiendas Quechua que se montan en 2” y se rompen en 4 montajes.
domingo, 19 de julio de 2009
Domingo, 19 de julio
Nos dispones a salir de Samarkanda y de Uzbekistán, no sin gran pesar, pues sólo por conocer a la gente de Uzbekistán y sus ciudades ya habría merecido la pena el viaje.
Ponemos rumbo a la frontera con Kazajstán, pasando por la capital de Uzbekistán, Taskent, y buscando la frontera con Kazajstán nos encontramos que la primera carretera comarcal, tiene la frontera cerrada. Preguntamos y nos dicen que la autopista también está cerrada, intentamos otra y también cerrada. No conseguimos entender pero creemos que es por ser domingo. Nos dicen que está abierta la de Chinaz, que lo habíamos dejado 80 km antes. Retrocedemos después de haber perdido mucho tiempo.
Ya en la frontera por el paso de Chinaz para salir de Uzbekistán nos hacen bajar todo lo del coche y nos meten un perrito dentro del coche para que busque drogas. Cuando tenemos casi todo metido a Luis y a Jeni no les habían revisado todavía y nos dicen que nos demos prisa que la frontera Kazaja cierra en 20 minutos.
Colocamos todo rápido y salimos para allá. Miguel y Alex haciendo papeles para entrar en Kaza y a todo esto Luis y Jeni que no pueden salir de Uzbe porque el papel que les hicieron a la entrada era de salida, todo un jaleo.
Total que llega la hora del cierre y nos dicen que los ordenadores ya no tienen conexión satélite y que nos tenemos que quedar allí, en tierra de nadie, (entre las dos fronteras) a dormir. A todo esto un paisano que suelta la viruta pasa con un BMW sin conexión satélite ni leches en vinagre. Nos dicen que podemos cenar y dormir allí en la frontera. Nos conducen a una habitación con una mesa y nos dan de cenar espaguetis y té. Luis dice que por fin nos tratan como turistas el gobierno Kazajo. Pero cuando terminamos la señora que nos sirvió nos trae una servilleta con la cuenta escrita a mano, 5000 tenges, unos 35 $. Cortesía Kazaja a precios europeos. Le intentamos preguntar si es por la cena sólo o por dormir también. Al no conseguir entendernos y la señora sacar una cama plegable salimos de ”najas” de allí a montar la tienda junto a los coches en el descampado al lado de la casa. ¡A saber cuánto hubiese sido el hotel cortesía Kazaja!
Ponemos rumbo a la frontera con Kazajstán, pasando por la capital de Uzbekistán, Taskent, y buscando la frontera con Kazajstán nos encontramos que la primera carretera comarcal, tiene la frontera cerrada. Preguntamos y nos dicen que la autopista también está cerrada, intentamos otra y también cerrada. No conseguimos entender pero creemos que es por ser domingo. Nos dicen que está abierta la de Chinaz, que lo habíamos dejado 80 km antes. Retrocedemos después de haber perdido mucho tiempo.
Ya en la frontera por el paso de Chinaz para salir de Uzbekistán nos hacen bajar todo lo del coche y nos meten un perrito dentro del coche para que busque drogas. Cuando tenemos casi todo metido a Luis y a Jeni no les habían revisado todavía y nos dicen que nos demos prisa que la frontera Kazaja cierra en 20 minutos.
Colocamos todo rápido y salimos para allá. Miguel y Alex haciendo papeles para entrar en Kaza y a todo esto Luis y Jeni que no pueden salir de Uzbe porque el papel que les hicieron a la entrada era de salida, todo un jaleo.
Total que llega la hora del cierre y nos dicen que los ordenadores ya no tienen conexión satélite y que nos tenemos que quedar allí, en tierra de nadie, (entre las dos fronteras) a dormir. A todo esto un paisano que suelta la viruta pasa con un BMW sin conexión satélite ni leches en vinagre. Nos dicen que podemos cenar y dormir allí en la frontera. Nos conducen a una habitación con una mesa y nos dan de cenar espaguetis y té. Luis dice que por fin nos tratan como turistas el gobierno Kazajo. Pero cuando terminamos la señora que nos sirvió nos trae una servilleta con la cuenta escrita a mano, 5000 tenges, unos 35 $. Cortesía Kazaja a precios europeos. Le intentamos preguntar si es por la cena sólo o por dormir también. Al no conseguir entendernos y la señora sacar una cama plegable salimos de ”najas” de allí a montar la tienda junto a los coches en el descampado al lado de la casa. ¡A saber cuánto hubiese sido el hotel cortesía Kazaja!
sábado, 18 de julio de 2009
Sábado, 18 de julio
Nos levantamos temprano, desayunamos y emprendemos viaje hacia Samarcanda.
A media mañana estamos en la mítica Samarcanda, auténtico corazón de la Ruta de la Seda y en su tránsito en coche ya observamos alguna de sus maravillas.
Encontramos rápidamente hotel, dejamos las mochilas en las habitaciones, los coches en el parking y nos disponemos a visitar la ciudad a pie.
Estos estudios duraban cuatro años, después de los cuales estos estudiantes, podían convertirse en los imanes de las mezquitas de Uzbekistan y de los países de origen musulmán.
Después de comer fuimos a visitar una mezquita y un guía nos contó la siguiente historia:
Para la construcción de la más maravillosa mezquita jamás vista, hizo venir a Samarkanda (la capital del reino en ese momento (siglo XIV)) a los mejores arquitectos e ingenieros del reino.Eso, hizo que acudieran miles de ellos desde los más diversos rincones de Irán, Irak, parte de India, Pakistán, y todos los actuales países del entorno de Samarkanda.
De todos ellos se nombró al arquitecto más cualificado e inteligente de Irán como arquitecto jefe, el cual al ver a la reina quedó prendado de ésta. Tal como se les ordenó por parte de la reina, las obras de la mejor mezquita comenzaron a buen ritmo, tal como quería la reina de Samarkanda. Su deseo y regalo para su marido el rey, fue tomando forma de tal manera que cuando volviera de sus guerras, tendría el mejor regalo jamás soñado.
Pero poco antes del final de la construcción, las obras se pararon sin ningún motivo aparente. La reina totalmente desconcertada llamó a todos los ingenieros y arquitectos encargados de la obra para preguntar cuál era la causa de dicha parada, ya que la reina les daba todo lo que necesitaban, así como todos sus caprichos. Todos ellos le dijeron a la reina que eran órdenes del arquitecto jefe. Ella, muy, muy enojada fue a preguntarle cual era el motivo de dicho paro, ya que el tiempo de vuelta del rey se acercaba. Él le dijo, que el único motivo de la parada era que quería un beso de la reina. Le contestó con verdadera incredulidad e ira, que si estaba loco, ya que la reina no podía ni imaginar que la besara alguien que no fuese su rey del que estaba enamorada, pero eran tantas las ganas de poder agasajar a su rey con semejante mezquita que quería verla terminada a toda costa. Le dijo que podía echarlo y poner a otro arquitecto jefe, pero el arquitecto jefe sabía que sólo él podría acabar la mezquita en el tiempo establecido.
El arquitecto sin dudarlo se puso manos a la obra, y sin descanso día tras día consiguió acabar la mezquita un día antes de la vuelta del rey.
Por fin, el arquitecto jefe obtuvo su mayor deseo, besar a la reina. Era tal su deseo que cuando acercó sus labios a la cara de la reina ésta notó tal calor, que le dejó señal en su mejilla a modo de quemadura.
Al día siguiente cuando el rey fue obsequiado con semejante monumento quiso agradecérselo a su amada esposa. Cuando la hizo venir para celebrarlo observó que tenía una marca en la mejilla. El rey enojado le preguntó que había hecho durante su ausencia… ¿había tenido amantes? ¿Había algún otro hombre? La reina no tuvo otra salida que contarle la verdad, le dijo que debió dejarse besar por el arquitecto jefe para poder tener acabado su mezquita. El rey lleno de ira no sabía que solución tomar, ¿Qué creéis que hizo?...
La solución que tomó fue buscar al arquitecto jefe para ajusticiarlo, pero como éste era muy listo, se fue huyendo del lugar en previsión de los acontecimientos (el guía nos contó que desplegó unas alas y se fue volando desde el minarete de la mezquita).
En vista de que no pudo ajusticiar al arquitecto jefe, decidió buscar una solución para que nunca volviera a suceder nada semejante. Su decisión fue ocultar la cara de todas las mujeres para que ningún hombre sienta la tentación de besar a una mujer.
Después visitamos un bazar precioso repartido por especialidades: verduras, especias, frutas etc., donde entablamos conversaciones con distintos vendedores.
Fuimos al hotel y nos bañamos en la piscina, yendo posteriormente a cenar y a visitar los monumentos iluminados.
A media mañana estamos en la mítica Samarcanda, auténtico corazón de la Ruta de la Seda y en su tránsito en coche ya observamos alguna de sus maravillas.
Encontramos rápidamente hotel, dejamos las mochilas en las habitaciones, los coches en el parking y nos disponemos a visitar la ciudad a pie.
Plaza del Registán
Visitamos dos mausoleos antes de maravillarnos con el impresionante y bellísimo “Registán”. Está formado por un conjunto con forma de “U“, de tres medersas, actualmente inactivas, aunque en su tiempo aquí acudían los estudiantes de Uzbekistan para formarse en las diferentes artes: matemáticas, física, química , gramática, estudio del corán…Estos estudios duraban cuatro años, después de los cuales estos estudiantes, podían convertirse en los imanes de las mezquitas de Uzbekistan y de los países de origen musulmán.
Después de comer fuimos a visitar una mezquita y un guía nos contó la siguiente historia:
Mezquita de Samarkanda
Cuenta la leyenda que la mezquita en la que nos encontrábamos era un regalo de la reina de Samarkanda a su marido el rey, Tamerlano. Los lugareños llaman a la mezquita, “la mezquita del beso fatal” porque cuando su esposo y rey estaba en las guerras de India para ampliar su reino, la reina decidió obsequiarle como regalo de bienvenida y muestra de su amor la mayor mezquita jamás construida.Para la construcción de la más maravillosa mezquita jamás vista, hizo venir a Samarkanda (la capital del reino en ese momento (siglo XIV)) a los mejores arquitectos e ingenieros del reino.Eso, hizo que acudieran miles de ellos desde los más diversos rincones de Irán, Irak, parte de India, Pakistán, y todos los actuales países del entorno de Samarkanda.
De todos ellos se nombró al arquitecto más cualificado e inteligente de Irán como arquitecto jefe, el cual al ver a la reina quedó prendado de ésta. Tal como se les ordenó por parte de la reina, las obras de la mejor mezquita comenzaron a buen ritmo, tal como quería la reina de Samarkanda. Su deseo y regalo para su marido el rey, fue tomando forma de tal manera que cuando volviera de sus guerras, tendría el mejor regalo jamás soñado.
Pero poco antes del final de la construcción, las obras se pararon sin ningún motivo aparente. La reina totalmente desconcertada llamó a todos los ingenieros y arquitectos encargados de la obra para preguntar cuál era la causa de dicha parada, ya que la reina les daba todo lo que necesitaban, así como todos sus caprichos. Todos ellos le dijeron a la reina que eran órdenes del arquitecto jefe. Ella, muy, muy enojada fue a preguntarle cual era el motivo de dicho paro, ya que el tiempo de vuelta del rey se acercaba. Él le dijo, que el único motivo de la parada era que quería un beso de la reina. Le contestó con verdadera incredulidad e ira, que si estaba loco, ya que la reina no podía ni imaginar que la besara alguien que no fuese su rey del que estaba enamorada, pero eran tantas las ganas de poder agasajar a su rey con semejante mezquita que quería verla terminada a toda costa. Le dijo que podía echarlo y poner a otro arquitecto jefe, pero el arquitecto jefe sabía que sólo él podría acabar la mezquita en el tiempo establecido.
Mausoleo Guri Amir
por la noche
El arquitecto le propuso una prueba a la reina y si ella acertaba, renunciaría a dicho beso: si adivinas entre dos copas, una con agua y otra con vino blanco, cual era la de agua acabaría la mezquita. La reina le respondió con otra prueba, le puso cientos de huevos de diferentes especies de aves, y le preguntó cual de ellos tenía una yema de un color diferente sin romper ninguno de ellos. El arquitecto le respondió que todos los huevos exteriormente son diferentes, pero que por dentro son iguales. Al final la reina, en su afán por tener la mayor mezquita para su marido a su vuelta, aceptó recibir un simple beso en su mejilla por parte del arquitecto jefe, pero sólo cuando acabara la mezquita.por la noche
El arquitecto sin dudarlo se puso manos a la obra, y sin descanso día tras día consiguió acabar la mezquita un día antes de la vuelta del rey.
Por fin, el arquitecto jefe obtuvo su mayor deseo, besar a la reina. Era tal su deseo que cuando acercó sus labios a la cara de la reina ésta notó tal calor, que le dejó señal en su mejilla a modo de quemadura.
Al día siguiente cuando el rey fue obsequiado con semejante monumento quiso agradecérselo a su amada esposa. Cuando la hizo venir para celebrarlo observó que tenía una marca en la mejilla. El rey enojado le preguntó que había hecho durante su ausencia… ¿había tenido amantes? ¿Había algún otro hombre? La reina no tuvo otra salida que contarle la verdad, le dijo que debió dejarse besar por el arquitecto jefe para poder tener acabado su mezquita. El rey lleno de ira no sabía que solución tomar, ¿Qué creéis que hizo?...
La solución que tomó fue buscar al arquitecto jefe para ajusticiarlo, pero como éste era muy listo, se fue huyendo del lugar en previsión de los acontecimientos (el guía nos contó que desplegó unas alas y se fue volando desde el minarete de la mezquita).
En vista de que no pudo ajusticiar al arquitecto jefe, decidió buscar una solución para que nunca volviera a suceder nada semejante. Su decisión fue ocultar la cara de todas las mujeres para que ningún hombre sienta la tentación de besar a una mujer.
Familia en el bazar
de Samarkanda
Y por esta razón todas las mujeres deben llevar la cara tapada (entendimos que era la leyenda de donde nació el burka).de Samarkanda
Después visitamos un bazar precioso repartido por especialidades: verduras, especias, frutas etc., donde entablamos conversaciones con distintos vendedores.
Fuimos al hotel y nos bañamos en la piscina, yendo posteriormente a cenar y a visitar los monumentos iluminados.
viernes, 17 de julio de 2009
Viernes, 17 de julio
Medersa de Bukhara
Nos levantamos pronto a desayunar, para visitar Bhukara antes de que apriete el calor, ya que Luis y Yeni apenas lo habían visto.Estuvimos visitándola un par de horas. Bukhara está salpicada por caravanseris o caravasares (recinto donde se alojaban los comerciantes o religiosos de la Ruta de la Seda y donde podían estar seguros por la noche, tanto ellos como sus mercancías y animales), medersas o madrasas (centros donde se imparten diversos estudios, entre ellos el Corán) y, por último, una antigua fortaleza real con enormes murallas, del siglo V, que alberga en su interior diversos museos y tiendas, estando rehabilitado sólo un 20 por 100 de su extensa superficie, el resto continúa en ruinas desde que fue bombardeada en 1920 por el Ejército Rojo.
Caravanseri Medersa
Los caravanseris son reconvertidos posteriormente a medersas.Regresamos al hotel para despedirnos de los recepcionistas (muy majos por cierto) y llamar a nuestras familias.
Después de tranquilizar a nuestras familias, nos disponemos a emprender la marcha hacia Sharisabz que es otra de las ciudades patrimonio de la Unesco.
Tras 400 Km de nuevo de desierto llegamos a Sharisabz dispuestos a buscar un hotel donde alojarnos y estar allí hasta el día siguiente para emprender viaje hasta la mítica Samarcanda.
Buscamos hotel pero esta vez la técnica del regateo no funcionó y el único hotel tenía estipulados unos precios oficiales que no estábamos dispuestos a pagar.
Nada mas salir del hotel un chico nos ofreció una casa que no tenía ducha, únicamente disponía de 2 habitaciones por las que nos cobraba 40 $. Así, que decidimos por unanimidad ver rápidamente los monumentos e ir cenar y acampar de camino hacía Samarcanda.
Fortaleza Real de Bukhara
De camino hacia Samarcanda, comenzamos a vislumbrar entre la calima las siluetas de lo que luego serian grandes montañas. Nos hizo gran ilusión ya que llevábamos unos 12 días entre desiertos y grandes extensiones de maíz, girasol y cereal sin ver una sola montaña.Acampamos en lo alto de un puerto a unos 50 km de Samarcanda. Nos tuvimos que poner ropa de abrigo, ya que aumentamos la altitud, era zona montañosa y además el sol agonizaba dando paso a la luna.
jueves, 16 de julio de 2009
Jueves, 16 de julio
Por la mañana Luis y Yeni confirman los síntomas estomacales del día anterior. Después de bajar a desayunar, ambos fueron al baño, echando por el orificio anal, vamos, por el culo para entendernos, un fluido en lugar de una masa. Tenían diarrea. Se quedaron en la cama reposando y Alex y yo nos fuimos a visitar Bhuka
Bhukara a pesar de tener más fama que Khywa nos impresionó menos, aunque posee bellísimas mezquitas, minaretes, medersas...
Volvimos de la visita a la ciudad hacia el hotel para ver si querían comer, pero Luis y Yeni seguían igual.
Nos fuimos a comer a un bar típico, pidiendo para comer dos empanadas de carne con cebolla (samusa), y un bol que contenía una especie de sopa hecha a base de espaguettis caseros, zanahoria, patata, carne de cordero, pimienta… pidiendo además tres bebidas y nos cobró 7.000 sum. El sum es la moneda uzbeka y aunque el cambio oficial está en 1 $ a 1.500 sum, hay cambistas que cambian los dólares a 1.800 sum. Concretando, que la comida nos costó aproximadamente 3 euros.
Después de comer regresamos a echarnos la siesta, ya que las buenas costumbres no hay que perderlas. Tras la siesta nos animamos los cuatro a dar un paseo, pero Yeni y Luis aguantaron media hora aproximadamente. Creo que no hace falta dar detalles del porqué y del cómo regresaron.
Fuimos al mercado a comprar enseres para la diarrea. El paisano que nos cambió el dinero el día anterior, al preguntarle por un supermercado y explicarle el motivo, nos dijo un remedio para la diarrea consistente en té negro, hierbabuena que nos proporcionó él y a estas hierbas metidas en agua hirviendo, había que añadirles ademá un edulcorante amarillo que cristaliza formando grandes piedras.
Les compramos yogurt y le dijimos al recepcionista del hotel que les hiciera un poco de arroz hervido que le tuvimos que prestar, ya que no tenían en el hotel. Al bajar con nosotros a la calle y observar todos los enseres que teníamos metidos en un coche tan pequeño no daba crédito, pero no fue nada comparado con lo que se sorprendió al decirle de dónde veníamos y a dónde íbamos.
Por la noche descanso y un “pasapalabra”.
Habitante de Bukhara
en su casa
Paseando por una de las calles menos turísticas un anciano nos invitó a pasar a su casa, en cuya entrada había una cocina desvencijada donde cocinaba arroz con carne y pasas (polo), un pequeño salón con televisión y en una de sus paredes había un mueble donde colocaba sus adornos y útiles de cocina. En una habitación cruzando un pequeño patio era donde dormía, ésta contenía un pequeño mueble donde guardaba su poca y desgastada ropa. El suelo estaba cubierto de alfombras y dormía encima de una jarapa de tela.en su casa
Bhukara a pesar de tener más fama que Khywa nos impresionó menos, aunque posee bellísimas mezquitas, minaretes, medersas...
Volvimos de la visita a la ciudad hacia el hotel para ver si querían comer, pero Luis y Yeni seguían igual.
Nos fuimos a comer a un bar típico, pidiendo para comer dos empanadas de carne con cebolla (samusa), y un bol que contenía una especie de sopa hecha a base de espaguettis caseros, zanahoria, patata, carne de cordero, pimienta… pidiendo además tres bebidas y nos cobró 7.000 sum. El sum es la moneda uzbeka y aunque el cambio oficial está en 1 $ a 1.500 sum, hay cambistas que cambian los dólares a 1.800 sum. Concretando, que la comida nos costó aproximadamente 3 euros.
Después de comer regresamos a echarnos la siesta, ya que las buenas costumbres no hay que perderlas. Tras la siesta nos animamos los cuatro a dar un paseo, pero Yeni y Luis aguantaron media hora aproximadamente. Creo que no hace falta dar detalles del porqué y del cómo regresaron.
Fuimos al mercado a comprar enseres para la diarrea. El paisano que nos cambió el dinero el día anterior, al preguntarle por un supermercado y explicarle el motivo, nos dijo un remedio para la diarrea consistente en té negro, hierbabuena que nos proporcionó él y a estas hierbas metidas en agua hirviendo, había que añadirles ademá un edulcorante amarillo que cristaliza formando grandes piedras.
Les compramos yogurt y le dijimos al recepcionista del hotel que les hiciera un poco de arroz hervido que le tuvimos que prestar, ya que no tenían en el hotel. Al bajar con nosotros a la calle y observar todos los enseres que teníamos metidos en un coche tan pequeño no daba crédito, pero no fue nada comparado con lo que se sorprendió al decirle de dónde veníamos y a dónde íbamos.
Por la noche descanso y un “pasapalabra”.
miércoles, 15 de julio de 2009
Miércoles, 15 de julio
Nos levantamos temprano para emprender viaje hacia Bhukara. Hacía mucho calor y éste se iba acrecentando a medida que nos metíamos en pleno desierto.
Todo nuestro viaje atravesando Uzbekistán es pleno desierto, con arena, plantas de pequeño tamaño, retamas etcétera. De vez en cuando, en este grandioso desierto nos encontramos algún camello, dromedario, caballo, ovejas, normalmente en muy mal estado, ya que no tienen ni siquiera agua para beber.
Las grandes ciudades se encuentran en las veras de los ríos que atraviesan Uzbekistán y son pequeños reductos de abundancia en pleno desierto.
Las carreteras son bastante malas y ellos conducen de forma bastante estresada y caótica, valiendo todo: los adelantamientos con línea continua y curva, direcciones prohibidas en las ciudades, etcétera.
Es difícil encontrar gasolina de más de 91 octanos (95 es lo mínimo en Europa) y los coches van detonando y sufriendo constantemente.
La gente de Uzbekistán son de largo los más amables, simpáticos y hospitalarios de todos los países que hemos atravesado hasta ahora. Se respira tranquilidad y seguridad en este país. La belleza de sus gentes y sus ciudades la hacen realmente atractiva. El recorrido que hacemos desde Astrachán (Rusia) hasta la salida de Kazajstán es el corazón de la Ruta de la Seda, principalmente Uzbekistán y sus ciudades Khiwa, Bukara y Samarcanda.
Ese día, paramos a comer en un pequeño bar de carretera, bastante sucio por cierto, en el que pedimos unas brochetas de cordero y el camarero además nos trajo una ensalada. Después de comer, Yeni y Luis comenzaron a sentirse mal ya que sentían retortijones en el estómago, creemos que debido a que los tomates estaban sin lavar.
Llegamos a media tarde a Bhukara, atravesando el desierto de Kyzilkum, esta vez todo por carretera en no muy mal estado. Hay más arena que en el desierto anterior de Qraqalpagistán.
Buscamos un hotel mediante la técnica depurada del regateo y salimos a cenar a la plaza en la que hay un estanque cuadrado en su centro, todo él bordeado de terrazas en las que se pueden degustar los platos típicos Uzbekos.
lunes, 13 de julio de 2009
Lunes, 13 de julio
Bazar en Nukus
Salimos hacia Qonghirat, donde pensábamos repostar pero no había gasolina de más de 91 octanos. El paisaje empieza a cambiar drásticamente, aumentando la vegetación al haber bastante agua canalizada que usan para regadíos. Nos dirigimos a Nukus, donde para en un bazar gigante que visitamosy donde comimos.Decidimos no quedarnos a dormir porque tenía muy poco que ver y salimos después de echar gasolina de 91 NO porque no hay de más octanaje en Uzbekistán.
Khiwa de noche
Continuamos y conseguimos llegar a Khiwa, gracias a las indicaciones de un paisano que conocimos en un puesto de policía. Además nos indica un hotel muy bueno donde dormimos muy barato. Por la noche salimos a ver y cenar en la ciudad antigua amurallada, sorprendiéndonos muy gratamente aunque no se veía casi nada porque no estaba iluminada. Después de la visita y la cena a dormir al hotel.
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domingo, 12 de julio de 2009
Domingo, 12 de julio
Salimos hacia la frontera y encontramos un pueblo en el que se ve que están construyendo una escuela, para allá que vamos. Preguntamos por el profesor pero allí nadie habla inglés. Al final conseguimos dar una bolsa de juguetes a los chavales del pueblo y una caja con material escolar para la nueva escuela, dejándosela a un paisano que nos inspira confianza.
En el reparto de juguetes tenemos que tener mucho cuidado con las mujeres del pueblo porque empiezan a meter mano y a coger juguetes de la bolsa y a acumularlos. Hay que empujarla y decirles “niet” en todo momento.
Continuamos hasta la frontera.
Hace un día de calor abrasador. La frontera está situada en un arenal. La salida de Kazajstán nos resulta bastante fácil y sin pagar nada. Llegamos a la entrada de Uzbekistán donde es más caótico todavía y empleamos mucho más tiempo de una garita a otra bajo un sol abrasador. Pagamos 6 € por el permiso de circulación y en una de las colas siguientes una mujer militar uzbeka pregunta a Jenni que de dónde somos y nos cuela, todo un palo, aunque luego tardamos casi tanto como si no nos colara. El poli le da un tecito a Jenni. Revisión de coches somera, sellado de pasaportes, Jenni y Luis se van sin sellar y tienen que volver porque no les dejan salir de la frontera. Salimos y nos dicen que el seguro en unos 20 km lo podemos hacer.
Allí hay un control policial pero es para cobrar un impuesto de contaminación de 30 € por coche, un palo. Al final toma los datos y no nos cobra nada, pensamos que porque son modernos los coches y contaminan. Le preguntamos por el seguro y nos dice que en Uzbekistán no hace falta seguro para el coche, que no bebamos y que si nos vamos a chocar frenemos.
Nos vuelven a parar y a tomar los datos un poli bastante colgado que te gritaba de broma pero te acojonaba las primeras veces.
Cuando empieza a anochecer pasamos Asqalag y buscamos una pista que nos aleja un poco de la carretera, allí acampamos. Revisamos los coches, limpiamos un poco los electros. Estábamos tan polvorientos que nos lavamos pies y piernas con una ducha portátil y un barreño. El agua que llevábamos no para una ducha completa.
En el reparto de juguetes tenemos que tener mucho cuidado con las mujeres del pueblo porque empiezan a meter mano y a coger juguetes de la bolsa y a acumularlos. Hay que empujarla y decirles “niet” en todo momento.
Continuamos hasta la frontera.
Hace un día de calor abrasador. La frontera está situada en un arenal. La salida de Kazajstán nos resulta bastante fácil y sin pagar nada. Llegamos a la entrada de Uzbekistán donde es más caótico todavía y empleamos mucho más tiempo de una garita a otra bajo un sol abrasador. Pagamos 6 € por el permiso de circulación y en una de las colas siguientes una mujer militar uzbeka pregunta a Jenni que de dónde somos y nos cuela, todo un palo, aunque luego tardamos casi tanto como si no nos colara. El poli le da un tecito a Jenni. Revisión de coches somera, sellado de pasaportes, Jenni y Luis se van sin sellar y tienen que volver porque no les dejan salir de la frontera. Salimos y nos dicen que el seguro en unos 20 km lo podemos hacer.
Allí hay un control policial pero es para cobrar un impuesto de contaminación de 30 € por coche, un palo. Al final toma los datos y no nos cobra nada, pensamos que porque son modernos los coches y contaminan. Le preguntamos por el seguro y nos dice que en Uzbekistán no hace falta seguro para el coche, que no bebamos y que si nos vamos a chocar frenemos.
El forito fantástico
Seguimos ruta y nos encontramos la pista cortada con unas piedras porque estaban asfaltando. Había que salirse en paralelo por unos arenales de la leche. Hablamos con el paisano a ver si podemos evitarlo pero no hay forma, así que a hacer arena con los foritos. Pasamos varios arenales enormes y descubrimos que en primera a fondo pasa por cualquier sitio sin quedarnos atascados, nos lo pasamos bomba. La arena subía hasta el techo y en la luna no nos dejaba ver, había que ir con el limpia encendido. Grabamos unos videos y volvemos a la pista. Los coches cogen arena por todas partes y luego los electroventidadores vibran muchísimo cuando se conectan.Nos vuelven a parar y a tomar los datos un poli bastante colgado que te gritaba de broma pero te acojonaba las primeras veces.
Lavado de piés
Continuamos la pista en un tramo bastante malo y nos encontramos a una familia que ha pinchado su coche, tienen un niño muy pequeño. Les preguntamos si podemos ayudar y nos dicen que ya se han llevado la rueda a reparar y les damos una garrafa de agua que nos piden. Cuando empieza a anochecer pasamos Asqalag y buscamos una pista que nos aleja un poco de la carretera, allí acampamos. Revisamos los coches, limpiamos un poco los electros. Estábamos tan polvorientos que nos lavamos pies y piernas con una ducha portátil y un barreño. El agua que llevábamos no para una ducha completa.
sábado, 11 de julio de 2009
Sábado, 11 de julio
¡Qué buena pinta!
Salimos después de revisar los coches y coger agua del grifo para lavar los platos, etcétera. Carretera y manta hasta Beynew. Ésta ya no es tan buena pero no está muy mal.Llegada a Beynew paramos en la gasolinera, allí estaban dos coches de eslovenos, un Discovery y un Niva. El coche azul y blanco nuestro empieza a hacer un ruido al frenar pero frena bien. No echamos gasofa porque es de muy bajo octanaje. Comemos en frente de la gasolinera en un restaurante Kazajo barato y bueno.
Echamos gasolina más adelante. Cogemos la carretera-pista que a través del desierto del Qaraqalpagistán nos conducirá a la frontera Uzbeka en 100 km y a Nukus y Khiwa en 300 más. No sabemos qué nos vamos a encontrar. La carretera corre paralela a la vía del tren pero lo hace al revés que en el mapa.
Acampada en Kazajstán
La salida de la población es realmente horrible, con un asfalto que no nos permite pasar de 20 km/h sin destrozar los coches. Luego corre un trozo de pista que está mucho mejor que el asfalto anterior. Estaban asfaltando algunos trozos por los que a veces se podía circular de lujo.Unos 50 km antes de la frontera empezamos a buscar alguna pista que salga de la carretera para dormir. El problema es que es tan plano que por mucho que nos alejemos nos verán desde la carretera. Salimos hacia la vía y antes de encontrarla acampamos.
viernes, 10 de julio de 2009
Viernes, 10 de julio (o de cómo se pasa una frontera kazaja)
Mezquita en Atyrau
Bien tempranitos como suele suceder en el campo, nos levantamos. Revisión de los autos y hacia la frontera Kazaja. Salir de Rusia no nos costó nada, ni revisión de equipaje siquiera. Entrar en Kazajstán nos costó 500 rublos por hacer el papeleo del permiso de circulación, dos revisiones ligeras para que el policía pudiera coger alguna roña como juguetes, gorros de paja y algún mechero.Hacemos el seguro de Kazajstán para el coche y cambiamos algo de pasta para tener para echar gasota, y a tirar millas en unas cuatro horitas, bastante bien.
Continuamos en zona semidesértica y según avanzamos y nos alejamos del delta del Volga se vuelve más árido. El paisaje es una inmensa estepa donde no hay nada excepto la carretera y algún poste eléctrico. La carretera de momento no está nada mal. Llegamos a Atyrau, capital petrolífera de la región, edificios modernos, iglesia ortodoxa y mezquita suní.
Echamos gasolina, compramos víveres (35 litros de agua), sacamos pasta en un cajero y cenamos en un chiringuito en una plaza importante. Salimos dirección Beynew para dormir en un hotel y, si no encontramos, de camino en el campo. A la salida encontramos algo llamado “camping” que es como una albergue para camioneros y nos dan una habitación con dos camas para los cuatro.
jueves, 9 de julio de 2009
Miércoles, 9 de julio (o día de la policía rusa)
Después de levantarnos bien temprano ya que el descanso fue bueno y merecido. Arrancamos con los coches ya revisados del día anterior.
Los coches arrancaron a las siete, bien temprano para aprovechar el día. No sabíamos como sería cruzar Volgograd ni Astrachan, así que preferimos no ajustar los tiempos.
¡NADIE NOS DIJO QUE ERA EL DÍA OFICIAL DE LA POLICÍA RUSA!
Adivinad como lo celebran, parando a guiris. Y aquí aunque nos pese SOMOS GUIRIS. Y empieza la fiesta (después de la suerte de ayer, hoy no nos libra ni el tato). Y nos para la policía, venga pasaporte. Y nos vuelve a parar, pasaporte por aquí pasaporte por allá,…. Yo perdí la cuenta de las veces que nos pararon.
Pero hay que decir una cosa en honor a la verdad y es que le debemos dinero a la policía rusa, hay que reconocer que se han portado fenomenal con nosotros. ¿Por qué digo esto? Sencillo, un radar en zona de ochenta, creemos, y nosotros a ciento diez, ufffff. Aquí si que la cagamos, con toda la razón del mundo (¡otra vez!).
Nos paran, nos enseñan las fotos de los super coches, hablan entre ellos y con nosotros (en cirílico debía ser), seguimos la estrategia ya famosa: NO ENTIENDO, hasta que el poli me señala el tacómetro y me dice en un perfecto inglés con acento cirílico: ¡SPEED, SPEED!
Ahí fue cuando supimos realmente que tocaba soltar la pasta. Con gestos muy rusos me hace bajar del coche y me lleva a la garita (no lo hemos dicho, pero aquí los controles son la mayoría en puntos fijos con garitas para estar calentitos en invierno). Me siento en la silla al lado de la ventanilla, me hablan y hablan…. hasta que escucho la palabra mágica: PRESENTS, PRESENTS.
Ahí vimos la luz, con Alex al lado, le dije: corre a por regalos, lo que encuentres y te lo traes. En ese momento pasó un Mercedes GLK a 151 km/h. ni más ni menos; se encendieron las alarmas, y hasta el gran jefe salió de la garita con su gran gorro puesto para pedirle “consejo” al personaje del Mercedes.
Yo (Luis) seguía sentado en la silla como un buen niño justo cuando llega Alex con una bolsa de plástico con algunas “roñas” que luego me contó que eran unos mecheros, unas calculadoras y alguna cosilla más de ese calibre, que tal cual se la dimos, la guardaron sin mirar que llevaba (¡menos mal!).
Al haber algo de jaleo delante, nos dieron los pasaportes y nos mandaron seguir para que se pudieran ocupar bien del señor del Mercedes.
Ni miré para atrás, le dije a Alex. ¡Corre, corre, arranca rápido que no han mirado la bolsa! Lo mismo le dije a Jeni que estaba sentada en el asiento del conductor, a correr antes de que abran la bolsa. Y salimos de allí “volaos”. Según Alex, seguro que todavía nos andan buscando. Los extorsionadores les hicimos un “pasa la roña” profesional.
Y pasamos por Vogograd, ciudad bastante industrial y con una circunvalación eterna, pasando por pueblos adyacentes, semáforos y demás entretenimientos viales.
El paso por Astracham fue parecido, circunvalándolo para evitar el caos circulatorio que existía. Aun así nos tragamos un par de horas hasta conseguir llegar a la salida. Ahí fue el momento bohemio, paramos junto al Volga para hacernos unas fotos y poder descansar unos minutos disfrutando de la paz que transmite el suave paso del agua.
Tocaba buscar sitio donde dormir, queríamos un hostal entre Astracham y la frontera con Kazajstan pero no había nada de nada. Ya en el último pueblo y después de cruzar un puente flotante, en el último pueblo lo intentamos por última vez pero no dábamos con el hostal. Al final preguntamos a un policía. Hizo una llamada por teléfono con la seriedad que les caracteriza (pero ya con rasgos asiáticos) y a los dos minutos escuchamos un coche de policía con sirena puesta y derrapando al parar junto a nosotros, se nos puso cara de circunstancia, ¿ya la hemos liado otra vez? Pero no, se ofrecieron a guiarnos para llevarnos al hostal.
Una vez en el hostal se bajaron de coche (metralleta en mano), para preguntar a una paisana si había sitio, pero dijo que estaba cerrado y que no quería andar acogiendo gente, con eso nos dijeron que pasada la frontera. Nos acompañaron hasta la salida del pueblo y allí nos dejaron. Muy majos y atentos.
Al final, hicimos noche en mitad del campo, para irnos acostumbrando, cenamos tortellinis con tomatá de la mama Alegría (mi madre), acompañados de una buena ensalada de mosquitos, es lo que tiene encender una luz en mitad de un campo cerca de zona pantanosa (el delta del Volga). Y a dormir con la sensación de que, al final del tramo de Rusia, le debemos dinero a la policía (esperemos que no haya que pagarlo luego).
Los coches arrancaron a las siete, bien temprano para aprovechar el día. No sabíamos como sería cruzar Volgograd ni Astrachan, así que preferimos no ajustar los tiempos.
¡NADIE NOS DIJO QUE ERA EL DÍA OFICIAL DE LA POLICÍA RUSA!
Adivinad como lo celebran, parando a guiris. Y aquí aunque nos pese SOMOS GUIRIS. Y empieza la fiesta (después de la suerte de ayer, hoy no nos libra ni el tato). Y nos para la policía, venga pasaporte. Y nos vuelve a parar, pasaporte por aquí pasaporte por allá,…. Yo perdí la cuenta de las veces que nos pararon.
Pero hay que decir una cosa en honor a la verdad y es que le debemos dinero a la policía rusa, hay que reconocer que se han portado fenomenal con nosotros. ¿Por qué digo esto? Sencillo, un radar en zona de ochenta, creemos, y nosotros a ciento diez, ufffff. Aquí si que la cagamos, con toda la razón del mundo (¡otra vez!).
Nos paran, nos enseñan las fotos de los super coches, hablan entre ellos y con nosotros (en cirílico debía ser), seguimos la estrategia ya famosa: NO ENTIENDO, hasta que el poli me señala el tacómetro y me dice en un perfecto inglés con acento cirílico: ¡SPEED, SPEED!
Ahí fue cuando supimos realmente que tocaba soltar la pasta. Con gestos muy rusos me hace bajar del coche y me lleva a la garita (no lo hemos dicho, pero aquí los controles son la mayoría en puntos fijos con garitas para estar calentitos en invierno). Me siento en la silla al lado de la ventanilla, me hablan y hablan…. hasta que escucho la palabra mágica: PRESENTS, PRESENTS.
Ahí vimos la luz, con Alex al lado, le dije: corre a por regalos, lo que encuentres y te lo traes. En ese momento pasó un Mercedes GLK a 151 km/h. ni más ni menos; se encendieron las alarmas, y hasta el gran jefe salió de la garita con su gran gorro puesto para pedirle “consejo” al personaje del Mercedes.
Yo (Luis) seguía sentado en la silla como un buen niño justo cuando llega Alex con una bolsa de plástico con algunas “roñas” que luego me contó que eran unos mecheros, unas calculadoras y alguna cosilla más de ese calibre, que tal cual se la dimos, la guardaron sin mirar que llevaba (¡menos mal!).
Al haber algo de jaleo delante, nos dieron los pasaportes y nos mandaron seguir para que se pudieran ocupar bien del señor del Mercedes.
Ni miré para atrás, le dije a Alex. ¡Corre, corre, arranca rápido que no han mirado la bolsa! Lo mismo le dije a Jeni que estaba sentada en el asiento del conductor, a correr antes de que abran la bolsa. Y salimos de allí “volaos”. Según Alex, seguro que todavía nos andan buscando. Los extorsionadores les hicimos un “pasa la roña” profesional.
Y pasamos por Vogograd, ciudad bastante industrial y con una circunvalación eterna, pasando por pueblos adyacentes, semáforos y demás entretenimientos viales.
El paso por Astracham fue parecido, circunvalándolo para evitar el caos circulatorio que existía. Aun así nos tragamos un par de horas hasta conseguir llegar a la salida. Ahí fue el momento bohemio, paramos junto al Volga para hacernos unas fotos y poder descansar unos minutos disfrutando de la paz que transmite el suave paso del agua.
Tocaba buscar sitio donde dormir, queríamos un hostal entre Astracham y la frontera con Kazajstan pero no había nada de nada. Ya en el último pueblo y después de cruzar un puente flotante, en el último pueblo lo intentamos por última vez pero no dábamos con el hostal. Al final preguntamos a un policía. Hizo una llamada por teléfono con la seriedad que les caracteriza (pero ya con rasgos asiáticos) y a los dos minutos escuchamos un coche de policía con sirena puesta y derrapando al parar junto a nosotros, se nos puso cara de circunstancia, ¿ya la hemos liado otra vez? Pero no, se ofrecieron a guiarnos para llevarnos al hostal.
Una vez en el hostal se bajaron de coche (metralleta en mano), para preguntar a una paisana si había sitio, pero dijo que estaba cerrado y que no quería andar acogiendo gente, con eso nos dijeron que pasada la frontera. Nos acompañaron hasta la salida del pueblo y allí nos dejaron. Muy majos y atentos.
Al final, hicimos noche en mitad del campo, para irnos acostumbrando, cenamos tortellinis con tomatá de la mama Alegría (mi madre), acompañados de una buena ensalada de mosquitos, es lo que tiene encender una luz en mitad de un campo cerca de zona pantanosa (el delta del Volga). Y a dormir con la sensación de que, al final del tramo de Rusia, le debemos dinero a la policía (esperemos que no haya que pagarlo luego).
miércoles, 8 de julio de 2009
Miércoles, 8 de julio
Un descansito merecido
Jenni se levanta con el tobillo de yegua percherona, no de elefante, esperemos que mañana sea de corcel.Por la mañana nadie nos pide un dólar y nos vamos a recoger los coches. Allí hay un camión con un Audi A6 nuevecito, todo muy sospechoso. Uno de los coches no arranca y lo arrancamos con pinzas. Salimos pitando de allí dirección Volgograd y en nuestro empeño por evitar que otro mafioso nos limpie de dólares por no tener rublos, nos decidimos prestos a buscar un banco en Belaya Kalitva, la mayor población de la etapa. Después de sólo dos vueltas, todo un record, llegamos a un banco, aparcamos en la puerta y la caja estaba cerrada durante media hora.
Decidimos dar una vuelta por un mercadillo cercano y al ir al coche a sacar las mochilas se acerca el temido coche de la policía. La estrategia es clara, a todo lo que diga “no entiendo”. Son dos jóvenes, uno delgado y otro gordo. Bajó el gordo del coche y nos pidió todos los papeles con la tranquilidad y seriedad que les caracteriza y nosotros acojonados. ¡Nos van a meter la del pulpo! Después de un rato de “no entiendo” me coge del brazo y me lleva a dar un paseo. ¡Ahora será cuando me lo pida! Alejandro va a venir pero decide quedarse para evitar que haya que dar pasta por dos. Me cambia de acera, andamos 30 metros y me enseña una señal de “prohibido parar y estacionar”. ¡Joder! si va a llevar razón para multarnos. Le intento decir con gestos que no nos dimos cuenta, con una ligera sonrisa tipo gato de Sreck. Él sonríe. ¡Bien! Volvemos al coche de policía y lo cuenta por radio riéndose de la situación. Le pedimos que nos multase ya con la libreta de recetas abierta y al final no nos multó. Le dimos la mano y sonrió con nosotros. Una manera peculiar de que abra la caja del banco. La policía rusa nos sorprendió muy gratamente a pesar de nuestros prejuicios.
Cambiamos pasta y visita al mercadillo. Continuamos camino. Para la policía a un coche y con ver el pasaporte es más que suficiente y a seguir. Llegamos a un hotel antes de Volgograd y allí nos quedamos, está bastante bien.
martes, 7 de julio de 2009
Martes, 7 de julio (San Fermín)
Iglesia ortodoxa
Jenni se levanta con el tobillo como Ganesha (diosa india con cuerpo de elefanta). Alex le pone una agujita en el brazo para disminuir la hinchazón y quemar los tóxicos de la picadura.Revisión completa de autos aprovechando que hay un montón de tierra para subir los coches y colocar unas gomas que eviten ruido en el cubrecárter con los baches.
Pensábamos que estábamos cerca de la frontera porque nos indicaba Donec’k muy cerquita pero es que hay un Donec’k de Ucrania que no contábamos con él porque pensábamos que era el de Rusia, justo en la frontera. Descubrimos que cuando llegamos a él nos quedaban aún 200 km más. Nos perdemos al menos dos horas en la enorme Donec’k. Es el tercer día en Ucrania y ya vamos leyendo cirílico con bastante soltura.
Nos para la policía para pedirnos la documentación y sin problemas, todo en regla. Buscando hotel ya anochecido llegamos a la frontera a las 20,15 h y vemos que el de la frontera nos hace señales de que entremos. Nosotros pensábamos que estaba cerrada. Así que sin querer nos metemos a pasar la frontera. Pasaportes, papeles, etc. y cuando nos dicen que pasemos a retirar el pasaporte el paisano de la taquilla me dice en buen inglés que si queremos el sello nos cuesta 20 $. Le pregunto que porqué y ya parece no saber inglés. Al final 20 $ del ala nos cuesta el sello para el paso de frontera. Salimos de la frontera ucraniana y llegamos a la rusa, pasaportes, rellenar formularios, hasta el momento lo típico. Nos sellan los visados y un tipo con una linterna nos dice en ucraniano que vaciemos el coche por completo y que pongamos el equipaje en fila. Manos a la obra, todo fuera. Pienso que se apiadaría de nosotros cuando viera todo lo que llevamos, pero no. Revisa todo, nos intenta levantar la caja de herramientas diciendo “present, present” pero evidentemente no se la damos.
Al sacar las cosas en la frontera nos dimos cuenta de todo lo que habíamos cargado en la Adrada. Nos parecía imposible que todas esas cosas cupieran en un Ford Fiesta. A cargar todo de nuevo en el coche, sólo que ahora no entra todo por lo tardamos bastante en cargar de nuevo los coches. Seguimos a un paisano enorme que me hace rellenar un formulario de “customs” que no tengo ni idea, me grita en ruso lo que debo poner y me equivoco. El comienza a echar rezos en ruso muy cabreado y me da otro papel. Al final todo bien.
Ayudo a Luis a rellenar otro. Me manda al jefe, ¡allá que voy! y cuando llego me echa de muy mala hostia. A esperar. Luego me llama y empieza a rellenar un papel oficial que creo que nos va a costar una pasta, pero al final no nos cobra nada. Salimos de la aduana a las 12,15 h, cuatro horas después. ¡No está mal!
Salimos buscando hotel a las doce de la noche y en el primer pueblo que atravesamos está todo el mundo borracho. No hay nada. Llegamos a un hotel de “ángeles de infierno”, moteros de choper que no nos dejan entrar porque no admiten tarjeta ni dólares.
Seguimos dando vueltas por la autopista hasta que encontramos otro hotel que nos deja dormir todos juntos en una misma habitación, dos en el suelo y dos en cama, y podemos pagar en dólares. Ajustamos el precio por habitación, cena y desayuno. Cenamos, sin saber muy bien cómo pedir la comida y después nos pasan la factura de la cena. Viene el mafioso del jefe y dice que no era lo acordado y que debíamos pagar la cena. Al ver que no hacíamos caso nos deja ir a la cama sin pagar. Cenamos a las 3 de la mañana en un garito de lo más extraño ya que había una tipas que parecían prostitutas y donde dejamos los coches a las 2 de la mañana estaban trabajando en un taller mecánico dentro del hotel.
lunes, 6 de julio de 2009
Lunes, 6 de julio
Iglesia ortodoxa
Salimos después de la revisión rutinaria de los coches para seguir atravesando Ucrania, donde las carreteras vuelven a ser terribles por los baches. La velocidad que hay que llevar para no dañar los coches al ir muy cargados y con continuos baches hacen muy pesado el viaje.Pasamos por Kirovohrad, ciudad bastante importante, sin ninguna pérdida y sin problemas.
Por el camino paramos y nos encontramos un paisano que intentamos hablar con él sin mucho éxito. Le damos unos mecheros y tan contento.
Cruzamos también otra ciudad enorme llamada Dnipropetrovs’k, también sin problemas y pensamos buscar hotel a la salida, ya se nos hace de noche. Preguntando a la gente no sabe muy bien y en una tienda un paisano se ofrece a llevarnos a un hotel a 3 km. A la llegada le damos una botella de vino y ¡vaya cara de felicidad!
El hotel está completo, el guardián nos indica otro a 10 km, ¡allá que vamos! Llegamos y por un precio razonable dormimos en dos casitas muy cucas, pero el agua huele a cloaca y deja rastros rojos en las uñas. Por la mañana cogemos agua en las garrafas para fregar y a las dos horas el agua está totalmente turbia, bastante asquerosa. A Jenni le pica un bicho en el tobillo.
domingo, 5 de julio de 2009
Domingo, 5 de julio
Salimos para atravesar Ucrania de Oeste a Este y empiezan unas carreteras infernales, donde los baches son nuestros peores enemigos. De vez en cuando pegamos fuertes golpes al caer en alguno de ellos siendo la velocidad media en estas carreteras muy baja.
Hay autopistas con límite de velocidad de 130 km/h donde el asfalto es como un colador. En ellas hay pasos de cebra y la gente para por completo en el carril izquierdo para girar. Al borde nos encontramos niños jugando, vacas, cabras, gallinas, pavos, carros, etcétera, siendo todo muy entretenido.
Los cementerios están sin valla y hay veces que tienen huertos al lado. Atravesamos un paisaje de estepa donde cultivan sobre todo trigo, girasol y maíz. Las extensiones de cultivo son enormes, hay veces que hasta el horizonte, teniendo un cierto parecido con nuestros campos de Castilla.
Pasamos por Ternopil y en Vinnycja, los rigores de los baches nos juegan la primera mala pasada. El grifo de la calefacción, que es de plástico se rompe y empieza a echar humo uno de los coche y a tirar anticongelante a chorros. Paramos antes de que sea demasiado tarde y le quitamos el grifo y empalmamos los dos tubos con un trozo de la llave de las ruedas. Rellanamos anticongelante y seguimos ruta.
Localizamos un hotel en Nemyirv, que resultó ser un balneario y nos cobraban mucho dinero por lo que decidimos buscar otro, encontrando otro a la salida del pueblo mucho más barato. La cocina del hotel está cerrada y comemos nuestra comida en el bar.
Hay autopistas con límite de velocidad de 130 km/h donde el asfalto es como un colador. En ellas hay pasos de cebra y la gente para por completo en el carril izquierdo para girar. Al borde nos encontramos niños jugando, vacas, cabras, gallinas, pavos, carros, etcétera, siendo todo muy entretenido.
Los cementerios están sin valla y hay veces que tienen huertos al lado. Atravesamos un paisaje de estepa donde cultivan sobre todo trigo, girasol y maíz. Las extensiones de cultivo son enormes, hay veces que hasta el horizonte, teniendo un cierto parecido con nuestros campos de Castilla.
Pasamos por Ternopil y en Vinnycja, los rigores de los baches nos juegan la primera mala pasada. El grifo de la calefacción, que es de plástico se rompe y empieza a echar humo uno de los coche y a tirar anticongelante a chorros. Paramos antes de que sea demasiado tarde y le quitamos el grifo y empalmamos los dos tubos con un trozo de la llave de las ruedas. Rellanamos anticongelante y seguimos ruta.
Localizamos un hotel en Nemyirv, que resultó ser un balneario y nos cobraban mucho dinero por lo que decidimos buscar otro, encontrando otro a la salida del pueblo mucho más barato. La cocina del hotel está cerrada y comemos nuestra comida en el bar.
sábado, 4 de julio de 2009
Sábado, 4 de julio
Budapest
Revisión de los coches como todos los días antes de coger la autopista hacia Budapest, saliendo de ese paraíso llamado Eslovenia.Entramos en Hungría, donde el nivel de vida se ve claramente que es inferior. Pagamos los peajes en la gasolinera antes de que nos parara la policía. Llegamos a Budapest y lo atravesamos, pasando por el puente sobre el río Druna, viendo sus maravillosos edificios y la catedral, aunque un poco faltos de mantenimiento.
Salimos por la autopista hasta casi la frontera con Ucrania, donde ya era carretera de doble sentido. Hasta aquí, prácticamente todo el viaje ha sido autopista de peaje, siendo el viaje bastante monótono.
Salimos de Hungría hacia Ucrania y en la frontera tardamos dos horas en cruzarla, sin tener ningún problema ni ser revisados. Nada de sobornos. Continuamos una carretera nacional bastante buena, hasta un pueblecito, pasado Mukacebe, donde localizamos un hotel donde dormir y cenar comida típica del país.
viernes, 3 de julio de 2009
Viernes, 3 de julio
Pueblecito en Eslovenia
A la mañana siguiente, después de revisar los coches, partimos hacia Venecia, pasando cerca de Monza. Salimos de Italia para entrar en Eslovenia.En Eslovenia pasamos varios peajes sin pagar, ya que tenían las barreras levantadas y no había personal. Cuando acaba la autopista, después de pasar por Ljubjana (la capital), la policía para al segundo coche y le dice que debían haber comprado una pegatina para los peajes en la gasolinera y que tendrán que multarles con 150 € más los 15 que costaba la pegatina. La manera que tienen de avistar a los infractores es mirando con unos prismáticos desde lejos y ver si tienen la pegatina correspondiente.
La primera toma de contacto con Eslovenia no fue muy halagüeña, pero la maravillosa gente, los preciosos paisajes del país y sus bajos precios nos hicieron cambiar de parecer rápidamente, pareciéndonos un paraíso.
Eslovenia tiene un paisaje montañoso, lleno de vegetación, salpicado por hermosas viviendas, cuidadas con exquisitez, al igual que sus jardines y huertos.
Cogemos una pequeña carretera porque la autopista nos llevaba a Croacia antes de entrar a Hungría. La carretera desaparece, convirtiéndose en pista muchos tramos. Paramos a cenar en un restaurante de carretera, donde se celebraba una gran fiesta con música en directo. Al final conseguimos cenar, la camarera hablaba algo de inglés y fue muy amable. Además, la cena fue tan abundante que pudimos comer al día siguiente las sobras que nos metió en un Tupper, pagando 14 € por todo.
Además, la encantadora camarera nos localiza dos habitaciones perfectas al lado del pueblo por 60 €. Le regalamos una botellita de vino español.
jueves, 2 de julio de 2009
Jueves, 2 de julio
Finale Liguria
Partimos hacia la Junquera, frontera entre España y Francia, y avanzamos por la costa mediterránea, atravesando la hermosa Provenza francesa, pasando por Nimes, el Garona,cerca de Marsellay el Principado de Mónaco.Entramos en Italia, pasando cerca de Verona, costa del mar de Liguria, donde paramos a dormir en un albergue situado en un castillo, desde donde se tenían hermosas vistas, en un bonito pueblo costero llamado Finale Liguria.
Cenita en el paseo marítimo, en un italiano, un poco de pasta, pizza, etc.
miércoles, 1 de julio de 2009
Miércoles, 1 de julio
Foritos y Guardia Civil
Comenzamos la jornada a las 10 de la mañana, revisando las luces y la convergencia de la dirección con los coches cargados. Salimos de la Adrada a las 13.30. Posteriormente pasamos por Madrid a dejar los coches que nos permitirán regresar a nuestras casas a la vuelta del viaje.Para mayor seguridad fuimos escoltados por la guardia civil buena parte del día. No sabemos si era para que no nos pasara nada o porque no se fiaban de nosotros. Se comportaron maravillosamente y nos invitaron a comer y a unas copitas. Paramos a dormir en un camping cerca de Barcelona.
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